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Actualizado: 28 de junio de 2025
Lo que allí sucedería después, no hay para qué referirlo. Conducido a su habitación y puesta en movimiento media casa, sometiósele al tratamiento que la ciencia tiene menos desacreditado para esos lances, y se esperó el resultado de él y el de la primera consulta que celebró un rebaño de doctores que fueron acudiendo alrededor del paciente, los más de ellos sin que nadie los llamara.
Que le ha permitido, finalmente suprimir la rebelión por el meeting y las revoluciones por el gobierno de la oposición triunfante en los comicios, gracias también a esa otra doctrina de compromiso entre la democracia y la monarquía, según la cual el rey reina, pero gobierna el parlamento por el ministerio responsable, a la inversa del continente, donde el sistema inglés se estrelló con las doctrinas regalistas de los doctores de la Iglesia, de Bossuet y de Fenelón, que hacían de la abnegación una virtud denigrante en los jefes de estado por institución divina, falso concepto que indujo siempre a los caudillos latinos al absolutismo, en Europa y en América y que Carlos X expresaba en esta fórmula que lo llevó a perder la corona en la revolución de 1830: "prefiero ser aserrador a reinar en las condiciones del rey de Inglaterra".
Sólo quedaban algunos doctores melancólicos meditando ante un libro abierto. Al ver la cabeza del gigante distraían su atención estudiosa por unos segundos; pero luego reanudaban la lectura, como si sólo hubiesen presenciado un accidente ordinario.
Hay allí caras de reinas, de monjas, de doctores, de ascetas, de guerreros, de prelados, etc., todas ellas dibujadas con tal energía, gracia de estilo y nobleza de expresión, que Alberto Durero se honraría con llamarlas suyas.
Cuando todos desaparecieron, Ra-Ra volvió á examinar la parte alta y sinuosa del palacio universitario, donde estaban las habitaciones de los doctores jóvenes. Los más de ellos se habían ido á la peregrinación patriótica, y así se explicaba que las terrazas y las galerías permaneciesen silenciosas, sin el ordinario rumor de peleas dialécticas.
¡Esa sí que es gorda! ¿Qué tiene que ver la integridad de la patria con las leyes de la sintaxis? Doctores tiene la Santa Madre Iglesia... ¿Qué sé yo? acaso se tema que comprendamos las leyes y las podamos obedecer... ¿Qué será de Filipinas el día en que nos comprendamos los unos á los otros? A Sandoval no le gustaba el giro dialogado y guason de la conversacion.
Pero las embajadas quedábanse siempre en el camino, y únicamente llegaba como disperso algún europeo renegado que iba describiendo las maravillas de las ciudades asiáticas con una exuberancia que enardecía las imaginaciones. La lectura de los libros santos hacía revivir en los doctores cristianos la memoria de las ricas tierras del Asia oriental.
Con esta cuestión de la inmortalidad, era con la que abría don Pompeyo brecha en el alcázar de la fe de los socios, pero siempre concluían por cerrar aquella brecha con las salvedades de rúbrica. «Por supuesto. Dios sobre todo.... Doctores tiene la Iglesia...». Y en último caso, don Pompeyo ya les iba aburriendo con sus teologías. Le dejaban solo. Los tresillistas se quejaron a la junta.
Gallardo reíase de los antiguos aficionados, graves doctores de la tauromaquia que juzgan imposible un percance mientras el torero se ajuste a las reglas del arte. ¡Las reglas!... El las ignoraba, y no tenía empeño en conocerlas. Valor y audacia eran lo necesario para vencer.
Veíase que era mozo inteligente, de bastante lectura y determinado a lidiar con las enfermedades ajenas; mas la amarillez biliosa de su rostro, la lividez y secura de sus delgados labios, no prometían salud robusta. Aquel fanático de la higiene no predicaba con el ejemplo. Asegurábase que tenía la culpa el ron y una panadera de Cebre, con salud para vender y regalar cuatro doctores higienistas.
Palabra del Dia
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