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Avisose a la familia del colegial, y vestido este de seglar abandonó la casa, aunque ningún peligro había ya de que saliera en traje eclesiástico. Despidiose chuscamente hasta las kalendas carolinas, a lo que contestó el héroe con disparates latini-parlantes, que también se le alcanzaba algo de macarronismo.

Crujieron las tablas del techo. Como si las ideas de la madre se hubiesen filtrado por la madera y caído en el cerebro del hijo, don Fermín pensó de repente: «Pero, no, todos estos son disparates; yo no puedo asesinar con un puñal a ese infame.... No tengo el valor de ese género. Estas son necedades de novela. ¿Para qué pensar en lo que no he de hacer nunca?

¿Y por qué te querían asesinar esos cafres? Porque les dije mil perrerías. Después, cuando me llevaron a la tienda, todos se reían de . Luego me dieron vino, obligándome a beberlo, y yo mientras más bebía más charlaba, diciendo atroces disparates y frases graciosas, hasta que me quedé como un cuerpo muerto.

¿No lo dije yo? -dijo oyendo esto Sancho-. que no estaba yo borracho: ¡mirad si tiene puesto ya en sal mi amo al gigante! ¡Ciertos son los toros: mi condado está de molde! ¿Quién no había de reír con los disparates de los dos, amo y mozo? Todos reían sino el ventero, que se daba a Satanás.

Esta gravedad cómica y esta jovialidad trágica que tienen los franceses para decir los mayores disparates con la esplendidez más pomposa, hasta con cierto engreimiento, hasta con cierta altanería, es una cosa que me subleva y me amargura.

Y, puesto que el principal intento de semejantes libros sea el deleitar, no yo cómo puedan conseguirle, yendo llenos de tantos y tan desaforados disparates; que el deleite que en el alma se concibe ha de ser de la hermosura y concordancia que vee o contempla en las cosas que la vista o la imaginación le ponen delante; y toda cosa que tiene en fealdad y descompostura no nos puede causar contento alguno.

Si yo llorara perlas, esto es, si yo tuviese dinero, no tendría necesidad de escribir disparates; y se hallan en suma, muy predispuestos a darse al diablo si el diablo quiere tomarse el trabajo de apoderarse de ellos y de comprarles el alma. El mérito y la significación de tales historias, se patentizan en su misma universalidad.

Al despedirse para volver a la botica, llevó a su mujer aparte y le dijo: «Prométeme no salir esta tarde... prométeme no salir nunca sino conmigo». ¡Salir yo!, ¡qué disparates se te ocurren! No pienso en tal cosa replicó ella sonriendo . Aquí me estaré esperándote. A la noche iremos a casa de doña Casta. ¿Quieres? O a paseo.

, señor... en la Cava Baja de San Miguel. Pero miento; no me lo robaron... es decir, me lo robaron... Tranquilizáos, Montiño, porque estáis diciendo disparates. Es que vuestra señoría me está mirando con unos ojos...

Me aseguran que no dije grandes insensateces. Hubiera preferido decirlas, antes que grandes verdades, pues una de las cosas que más pavor me causa es oir razonar a la locura. Felizmente no proferí disparates desatados ni formulé razones sorprendentes; sólo hubo tonterías, con lo cual me tranquilizo pensando que apenas salí de mi estado normal.