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Actualizado: 30 de septiembre de 2025


Pero Maurescamp no se disgustaba por ello; divertíale más bien y se reía con sus amigos. Ya está curada decía . Empieza una vida nueva... se excede un poco en el lenguaje, es verdad... como las recién casadas, que dicen disparates al día siguiente de su boda... pero eso pasará.

Como demostración de ser Racine poeta mucho más sublime que Shakespeare, hace á la primera escena de la tragedia inglesa la siguiente observación: «Horacio, que es hombre de estudio, no debía creer los disparates que dice, ni los que añade Marcelo acerca de los espíritus, las brujas, los encantos y los planetas siniestros; pero todo esto va dedicado al populacho de Londres, á quien Shakespeare quiso agradar contándole patrañas maravillosasEl poeta dramático no ha de adular la ignorancia pública: su obligación es censurar los vicios é ilustrar el entendimiento; dice, además, que Polonio sólo sirve para héroe de un sainete; que la escena del cementerio es tan vulgar, que apenas sería soportable en la poesía más rudimentaria, etc., etc.

Ya veréis, señor cura, empuñaré un sable y degollaré a mi tía como Judith a Holofernes. ¡Esta chica está hidrófoba! exclamó desolado el cura. Estese un momento quieta, señorita, y no diga disparates. Convenido, señor cura; pero entonces declarad que Judith no valía ni un céntimo. Recostose el cura en la chimenea, e introdujo delicadamente una narigada de rapé en sus fosas nasales.

Yo soy madre del único hijo de la casa, madre soy, bien claro está, y no hay más nieto de don Baldomero que este rey del mundo que yo tengo aquí... ¿Habrá quien me lo niegue? Yo no tengo la culpa de que la ley ponga esto o ponga lo otro. Si las leyes son unos disparates muy gordos, yo no tengo nada que ver con ellas. ¿Para qué las han hecho así?

Admirado quedó el canónigo de los concertados disparates que don Quijote había dicho, del modo con que había pintado la aventura del Caballero del Lago, de la impresión que en él habían hecho las pensadas mentiras de los libros que había leído; y, finalmente, le admiraba la necedad de Sancho, que con tanto ahínco deseaba alcanzar el condado que su amo le había prometido.

El labrador estaba admirado oyendo aquellos disparates; y, quitándole la visera, que ya estaba hecha pedazos de los palos, le limpió el rostro, que le tenía cubierto de polvo; y apenas le hubo limpiado, cuando le conoció y le dijo: -Señor Quijana -que así se debía de llamar cuando él tenía juicio y no había pasado de hidalgo sosegado a caballero andante-, ¿quién ha puesto a vuestra merced desta suerte?

Granate era el hombre de los disparates lingüísticos. No tenía conocimiento de la forma verdadera de una gran parte de las palabras; las modificaba de modo que resultaba muy cómico. Sin duda dependía de falta de oído, dado que hacía ya algunos años que había regresado de América y trataba con personas cultas. Sus bárbaros atentados contra el idioma eran proverbiales en Lancia.

Robledo puso cara de espanto al oir tales disparates, pero la condesa no estaba para reparar en escrúpulos geográficos. Cuando me haya contado todas sus hazañas continuó , escribiré un poema épico, de carácter moderno, relatando en verso las aventuras de su vida. A , los hombres sólo me interesan cuando son héroes... Y otra vez Robledo puso cara de asombro.

Levantarse de madrugada cuando más a gusto se encuentra uno entre sábanas, echarse al monte, sufrir los rigores del sol y a veces los de las nubes, caminar todo el día con la lengua fuera, caerse, pincharse, ensuciarse, y de vez en cuando tropezar con uno de esos animalitos que se encuentran en todas las pollerías y restauranes de Madrid. Calla, calla, Tristán; estás diciendo disparates.

Entonces él, retorciendo su bigotillo, dijo con petulancia: Hay modos de mirar, tía... y yo me entiendo. ¿Habráse visto botarate? ¡Un chico que no levanta media vara del suelo! Quedaba el gran argumento y se lo largué: Mira, Quilito, que se te quiten tales disparates de la cabeza: el señor don Bernardino Esteven nunca consentirá en ese casamiento. Lo aplasté.

Palabra del Dia

neguéis

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