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Actualizado: 5 de julio de 2025


Los ministros hablan de libertad, los diputados hablan de libertad, los de los clubs hablan de libertad; pero la libertad no se ve, no existe: es una farsa. Digo, señores, que prefiero á esta farsa los frailes de antes y el rey absoluto de antes. ¿Pues eso qué duda tiene? dijo Núñez.

Torres Quevedo, que ha hecho una máquina para jugar al ajedrez, podría, seguramente, con mucha más facilidad, hacer máquinas que estudiasen la cuestión catalana y vendérselas o alquilárselas a los señores diputados.

Era una emoción igual á la que circula por los corredores medio desiertos de una Cámara de diputados mientras en el hemiciclo rebosante se defienden los ministros en peligro de muerte. Iba creciendo la noticia al ir de grupo en grupo, con esa satisfacción mezclada de inquietud que inspiran á los humildes los malos negocios de sus patrones.

Aunque dicen que de la discusión sale la luz, fuerza es confesar aquí que no salió luz ninguna de la discusión constante que Rafaela y el gaucho tenían, y en la que a veces tomaban parte varios tertulianos de la casa, diputados, senadores, hombres políticos y poetas, que siempre en el Brasil los hubo eminentes, descollando entonces entre todos Magalhaens, Gonzálvez Díaz y Araujo Portoalegre, los cuales eran comensales de la casa, complaciéndose Rafaela en tratarlos y agasajarlos.

El Gran Consejo nombra los diputados á las Cámaras de la Confederacion y los altos funcionarios, entre estos los 9 miembros del Consejo de Estado, que ejerce el poder ejecutivo por períodos de seis años. Esos 9 consejeros deben salir del seno del Gran Consejo, y ellos nombran anualmente de entre el presidente ó jefe del gobierno.

Penetra la claridad por el techo de cristal; la sala es pequeña e incómoda, con cierto aire de templo y de colegio. Los diputados se sientan en largos bancos estrechos, sin divisiones ni mesas por delante. El speaker está metido en un nicho análogo a aquellos en cuyo fondo brilla una divinidad mongólica.

Lo que ahora se llamaba córtes era la reunion de diez y ocho ó veinte diputados para aprobar cuanto mandaba el rey. No debe por lo tanto estrañarse que una sala capitular de sesenta piés de longitud se considerase parage muy adecuado para celebrar sus córtes el reino con toda comodidad y decoro.

Don Cristóbal afirmaba con grave sorna que el diario había estado próximo a perecer, y que los lectores amenazaban con una huelga si se publicaba otro artículo de Homero. ¡Ir con tales galimatías al respetable público, que lo que desea es que llamen morral al presidente del Consejo de ministros o que los diputados les mienten la madre a los señores del banco azul!...

Y no pocos religiosos entre seglares y militares emprendían peligrosos viajes, como diputados del país, lo cual unido á las estrictas residencias que se formaban entonces ante los ojos del Archipiélago á todos los gobernantes, desde el Capitán general hasta el último, consolaban no poco y tranquilizaban los ánimos lastimados, satisfaciendo, aunque no fuese más que en la forma, á todos los descontentos.

Se concluyó el retablo el dia 27 de abril de 1628, y los diputados del cabildo mandaron gratificar á Aranda con 150 ducados por lo bien que lo habia hecho, por la priesa que se habia dado, y por la satisfaccion que el cabildo tenia en verle concluido.

Palabra del Dia

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