Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 5 de julio de 2025


Héla aquí: colocándose en el centro, que mira al arco de la Estrella, se destacan á la derecha los opulentos palacios del Ministerio de la marina y del Guarda-Muebles: en medio de ellos, la calle Real, cerrada por la iglesia de la Magdalena: á la izquierda el palacio de los Diputados.

Suponiendo, por un instante, que todos los demás diputados fuesen tan hábiles, tan mañosos, tan felices y tan píos como el de que hablamos, el Gobierno tendría que hacer el milagro de pan y peces, en inmensa escala, o tendría que producir un déficit, al cabo del año, de diecinueve veces el valor de todos los recursos y rentas del Estado, en el año mismo.

Tras ellos se ocultaban los verdaderos legisladores, los muertos, los diputados con sudario, cuya presencia no adivinaban estos hombres de grandilocuente vanidad, creyendo hablar siempre por inspiración propia. ¡Los muertos legislan!

Inaugurábase el año 1811 con el bloqueo de las provincias venezolanas, bloqueo que Cortabarria mandaba ejecutar en cumplimiento de un decreto de la regencia, mientras que la junta, fiel á su convocatoria, llevaba á cabo la reunion del aplazado Congreso. Conforme á lo dispuesto por ella debia constar de cuarenta y cuatro diputados.

De aquí que haya tan pocos diputados en España como el que don Acisclo se proponía vencer. Era, por excelencia, lo que se llama un diputado natural.

En la casa, se atendían lo mismo las peticiones: encontraban igual acogida los partidarios fieles y se hacían idénticos favores, sin que desmayara la influencia en los lugares que don Andrés llamaba «las esferas de la administración pública». Llegó una elección de diputados, y como siempre, Doña Bernarda sacó triunfante al individuo que le designaron desde Madrid.

Dos legislaturas pasadas en la izquierda del salón, le habían hecho adquirir cierta confianza con el jefe; le permitían esa franca camaradería de la oposición, donde desde el leader hasta el que calla, todos viven igualados por su cualidad común de simples diputados.

Al fin nos dio razón del desgraciado preceptor un soldado, diciéndonos: Se lo llevaron entre cuatro. ¿Pero a dónde, no se sabe a dónde? El soldado, encogiéndose de hombros, fijó su vista en la puerta de San Felipe, por donde salían bastantes diputados.

Algunos han creído que los diputados subían al púlpito para hablar; pero no es cierto. Los diputados hablaban, como hoy, desde sus asientos; y los púlpitos no servían para nada más que para apolillarse.

¿Cerrar? exclamó . Y la labor legislativa que tenemos por delante, ¿es que van a hacerla los porteros? ¡Hombre! En caso de apuro... Todo se vuelven diatribas contra el diputado en este país añadió mi amigo , y el diputado es un mártir. Ya ve usted a los diputados franceses. No contentos con ganar quince mil francos al año, quieren que se les dupliquen las dietas.

Palabra del Dia

malignas

Otros Mirando