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Actualizado: 24 de mayo de 2025


Rincón prometió fidelidad y buen trato; dióle el soldado tres cuartos, y en un vuelo volvió a la plaza, por no perder coyuntura; porque también desta diligencia les advirtió el asturiano, y de que cuando llevasen pescado menudo, conviene a saber, albures, o sardinas, o acedías, bien podían tomar algunas y hacerles la salva, siquiera para el gasto de aquel día; pero que esto había de ser con toda sagacidad y advertimiento, porque no se perdiese el crédito, que era lo que más importaba en aquel ejercicio.

La cual pongo aquí, por haberme parecido aguda y conveniente a lo que se quiso reprehender en ella. Decía en este tenor: Premática del desengaño contra los poetas güeros, chirles y hebenes Diole al sacristán la mayor risa del mundo, y dijo: ¡Hablara yo para mañana!

Tengo varias quejas contra ese maestrillo, dijo S. E. cambiando una mirada con Simoun; creo que lo mejor será suspenderle. ¡Suspendido! repitió el secretario. Diole pena al alto empleado la suerte de aquel infeliz que pedía ausilio y se encontró con la cesantía y quiso hacer algo por él. Lo cierto es, insinuó con cierta timidez, que la enseñanza no está del todo bien atendida...

Desesperado Montaner de alcanzar su libertad, dióle parte del dinero que trahia, y le ofreció que en nombre del ejército se enviarian Embajadores al Rey de Aragon, y al de Sicilia, para que se satisfaciese agravio tan notable, como prender debajo de seguro un Capitan de Rey amigo. Los pocos que quedaron en Galípoli dan barreno á todos los navios de su armada.

Nació en una aldea tan célebre en el mundo como Babilonia o Atenas, aunque en ella no ha pasado nunca nada: el Toboso. Diole el Cielo inteligencia superior, que en aquella edad era todavía un desordenado instinto genial. Su aplicación no era constante como la de las medianías, sino intermitente y caprichosa.

Montaner respondió que estimaba mucho la merced, y honra que le hacia, pero que solo deseaba ver al Infante Don Fernando. Diole licencia el Duque con mucho cumplimiento, y mandó que en el tiempo que Montaner estuviese con el Infante, todos quantos quisiesen pudiesen entrar en el castillo, y visitalle.

En esto se habían internado ya bastante en la población, y al llegar a cierta calle, don Rosendo se despidió del tío y del sobrino. Dióle éste la mano con visible tristeza. Voy al teatro a buscar a la familia. Hasta mañana; que descanses, Gonzalo. Hasta mañana... Recuerdos. El señor de las Cuevas y su sobrino se emparejaron caminando lentamente la vuelta de la casa del primero.

Y con esto dióle un criado para mayordomo que le gobernase la casa y le tuviese cuenta del dinero del gasto, que nos daba remitido en cédulas para un hombre que se llamaba Julián Merluza.

Al anochecer entró doña Lupe, después de haberse limpiado el lodo de las suelas en el felpudo del vecino. «Oye una cosa dijo a Fortunata, quitándose el manto . He sabido esta tarde que Mauricia se está muriendo. ¡Pobre mujer! Tenemos que ir a verla. No es lejos: calle de Mira el Río». Diole esta noticia su amiga Casta Moreno, que la supo por Cándido Samaniego.

Compadecido del escaso éxito de Simplón, diole sus consejos: Mira, Juanillo, tu cuento es obscuro y distinguido. Tiene sin duda el mérito de palabrotas terribles. Apenas he comprendido yo el cinco por ciento de las que usas. Pero le faltan ingredientes modernistas, sensaciones modernistas, en lo que diríamos su argumento, si es que lo tiene y puede tenerlo.

Palabra del Dia

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