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Actualizado: 5 de julio de 2025


Confíame tus tormentos, Roberto dije, poniéndole la mano en el hombro. No soy más que una chica, muy sencilla, pero eso desahogará tu corazón. ¡No puedo! gimió, ¡no puedo! ¿Y por qué? Porque sería mortificante... hasta para ti.

¿Qué desea? dije respirando agitadamente. Me indicó con un ademán que no podía contestar a mi pregunta. ¿Lo sabe todo? , todo. Abrió una puerta, me hizo entrar impulsándome suavemente y cerró tras . Me hallé en una sala pequeña y lujosamente amueblada. Al principio creí hallarme solo, porque las dos velas encendidas sobre una mesa tenían pantallas y despedían escasa luz.

«¡Este será su regalo de Navidaddije pensando en que ese año no había podido hacerle, como de costumbre, un bordado o un tejido; y, como siempre agrada, cuando se hace un regalo, cierto aparato para ocultar la alegría que desborda del corazón, resolví representar todavía un poco la comedia, antes de entregárselas.

258 Se venían tan calladitos que yo me puse en cuidao; tal vez me hubieran bombiao y ya me venían a buscar; mas no quise disparar, que eso es de gaucho morao. 259 Al punto me santigüé y eché de giñebra un taco; lo mesmito que el mataco me arroyé con el porrón; si han de darme pa tabaco, dije, ésta es güena ocasión.

Esto en es una enfermedad incurable, la dije: tratemos de ti... y ... ¿qué esperas? ¿qué deseas? Yo... me contestó mirándome fijamente, pienso como pensaba hace seis años. ¡No recuerdo! Pienso buscar la paz y la felicidad en Dios. ¡Ah! ¡vuelves a lo del convento! . Pero es extraño... ¿No amas? No. Eso es imposible. Una joven como ...

La señorita Margarita suspendida del brazo de Alain, estaba inclinada sobre el abismo y clavaba sobre una mirada de mortal ansiedad. Me dije en aquel momento, que sólo de dependía ser llorado por aquellos hermosos ojos, y dar á una existencia miserable un fin digno de envidia.

847 Yo andaba ya desconfiando de la curación maldita, y dije: "Este no me quita la pasión que me domina; pues que viva la gallina, aunque sea con la pepita." 848 Ansí me dejaba andar, hasta que, en una ocasión, el Cura me echó un sermón, para curarme sin duda, diciendo que aquella viuda era hija de confisión.

Esta música alemana no puedo sufrirla. ¿Por qué no estudias un valsecito francés, alegre, o un aire de opereta? Mira, ¡Madame Angot! eso es música. Susana era muy bonita y muy simpática; un terroncito de azúcar, una paloma, un dije: todas las hipérboles de la comparación, no alcanzarían nunca a dar una idea exacta de lo que era esta niña hechicera, sin hiel y sin malicia.

Salió á sondar el piloto Varela en lancha, por el medio y por la costa del sur; y volvió á las cinco de la tarde, con noticia de que no habia entrada para el navio, y estaba en 52 grados y 23 minutos de latitud. La marea crece allí mucho, y habiendo dado fondo en seis brazas, como dije, se hallaron poco despues en solas tres. Comenzó á crecer á las tres de la tarde.

Palabra del Dia

dubenic

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