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Actualizado: 17 de junio de 2025
Y trayendo en el aire, para entrar más de rebozo, el Diablillo dos pares de antojos, con sus cuerdas de guitarra para las orejas, que se las quitó a dos descorteses, que con este achaque palían su descortesía, que estaban durmiendo, por ejercella de noche y de día, entraron muy severos en la dicha Academia, que apatrocinaba, con el agasajo que suele, el Conde de la Torre, Ribera, y Saavedra, y Guzmán, y cabeza y varón de los Riberas.
Nunca te creas de ligero le replicó el Diablillo . Y vuelve los ojos a mi Astrólogo, verás con las pulgas y inquietud que duerme: debe de haber sentido pasos en su desván y recela algún detrimento de su redoma. Consuélese con su vecino, que mientras está roncando a más y mejor, le están sacando a su mujer, como muela, sin sentillo, aquellos dos soldados.
Son del Conde de Oñate dijo el Diablillo , timbre esclarecídisimo de los Ladrones de Guevara, Mercurio Mayor de España y Conde de Villamediana, hijo de un padre que hace emperadores, y es hoy presidente de Ordenes.
Le quería dar un beso. Sabel salió y volvió con el chiquillo agarrado a sus sayas. Le había encontrado escondido en el pesebre de las vacas, su rincón favorito, y el diablillo traía los rizos entretejidos con hierba y flores silvestres. Estaba precioso. Hasta la venda de la descalabradura le asemejaba al Amor. Julián le levantó en peso, besándole en ambos carrillos.
El vejete había vuelto sin que él le viese llegar, surgiendo entre dos grupos, pequeño y vivaracho, como surge un diablillo de teatro del fondo de su escotillón. ¿Conoce usted al coronel?... Mañana se avistará con usted para el pago y los intereses. El príncipe le volvió la espalda sin otro saludo, dejando al usurero satisfecho de su laconismo descortés. Un gran señor no podía hablar de otro modo.
Por primera vez después de la espantosa catástrofe sonrió Currita, con aquella sonrisa de diablillo, señal en ella de alguna idea feliz que pasaba por su mente.
Bien poco trabajo le costó a Leto mostrarse cortés y hasta rumboso en aquel particular; porque precisamente el balandro, sus condiciones marineras, sus hechos y valentías, y las altas prendas del generoso amigo que se le había regalado, eran los temas de conversación que más le agradaban; los únicos acaso con que se dejaba ir, hablando, hablando, al sosegado curso de sus ideas, sin la menor protesta de aquel diablillo psicológico que se lo echaba todo a perder cuando sus elogios o sus juicios recaían en cosa nacida de su cacumen, o, aunque propia, no tuviera consagrados los méritos por otro juicio de indiscutible autoridad. ¡La maldita desconfianza!
Crea usted que conviene que no les pierda de vista. Si no estuviera yo aquí, ese diablillo sería capaz de una locura que desacreditase la casa. Y la buena señora, estaba segura de que para Rafael no existía ya la hija del doctor Moreno, criatura abominable, cuya belleza había sido su pesadilla durante algunos meses.
Respondió el Diablillo: Porque es el peor representante del mundo, y hace siempre los demonios en los autos del Corpus, y está perdigado para demonio de veras, y para que haga en el infierno los autores si se representaren comedias; que algunas hacen estas farándulas, que aun para el infierno son malas.
Con el traje del país, como ves respondió el Diablillo , por ensuciallos todos, como cierto amigo que, por desaseado en estremo, ensució el de soldado, el de peregrino y estudiante, volví por los Cantones, por la Bertolina y Ginebra, y no tuve que hacer nada en estos países, porque sus paisanos son demonios de sí mismos, y éste es el juro de heredad que más seguro tenemos en el infierno, después de las Indias . Fuí a Venecia, por ver una población tan prodigiosa, que está fundada en el mar, y de su natural condición tan bajel de argamasa y sillería, que, como la tiene en peso el piélago Mediterráneo, se vuelve a cualquier viento que le sopla.
Palabra del Dia
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