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Finalmente: varias veces, al hundir sus dedos en los desordenados rizos de Carola, había sorprendido mechones de canas ocultas en lo más recóndito del moño. ¡Terrible descubrimiento! En un principio Carola le pareció apropiada a su edad y estado de conservación; pero luego se le antojó algo entrada en años. ¡Cuánto más intensas hubieran sido aquellas dulzuras compartidas con una querida joven!

Los hombres, que solo hacen uso de sus sentidos, miran este orden de la hermosura, y siguen los desordenados afectos que ocasiona. ¡Qué voz tiene Lucinda tan suave! ¡qué ayre tan magestuoso! ¡Es una maravilla como canta, como anda, como habla! Todo es un encanto. Y es verdad que es un encanto para los que se paran solamente en las apariencias sensibles.

Un armario ropero de triple luna tenía las puertas entreabiertas, y de su seno de cedro se veían salir desordenados vestidos, rasos y granadinas, fayas y gros riquísimos, todo ajado y descolorido, todo en tal manera invadido por la muerte, que parecía próximo a caer; si se le tocaba, en menudas partículas como las flores de antaño.

A pesar de esto yo era feliz, porque la tenía en mis brazos, apartábale de la frente los desordenados cabellos, y con mi pañuelo limpiaba sus lágrimas divinas, con las cuales se refrescarían, si las bebieran, los condenados del Infierno... El pérfido Lobo no se apartaba de allí, y desde luego me parecieron sospechosos el esmero y solicitud con que la atendía.

La ligera barquilla, de muy tosca construccion, saltaba como un pez, cediendo á las fuertes ondulaciones del agua agitada por el viento del sur. En los primeros minutos no dejamos de tener miedo, porque los movimientos eran muy desordenados, el viento nos azotaba con fuerza y á veces saltaban sobre el fondo de la barca chispazos espumosos que nos mojaban.

Adiós, y si algún día crees que puede tener remedio el mal que has causado, llámame. Entonces sabrás lo que yo soy capaz de hacer por ti. Tuyo, Si consigo arreglar mis asuntos, me marcharé esta misma semana. Adiós por última vezCapítulo XXI Del fin que tuvieron los desordenados amores de don Quintín y del principio de su cautividad

Moreto tuvo que luchar con Calderón en su desenvolvimiento dramático, habiendo logrado, en particular en la primera de estas comedias, y no obstante la superioridad en este terreno de su gran modelo, presentarse como original, y, de un enredo lleno de lugares comunes desordenados y confusos, deducir un desenlace de los más sorprendentes.

Mira, Mutileder: dentro de cuatro días debo yo salir para Tiro, donde tengo que arreglar mis asuntos, muy desordenados desde que mi marido murió. vendrás en mi compañía. Considérame como a tu amiga más leal.

Todo esto me lo dijo en su lengua pintoresca y armoniosa, suspendiendo su trabajo, arreglándose con la mano libre, blanquísima y rechoncha, los desordenados cabellos que le coronaban la frente, y sonriendo con la boca, con los ojos parlanchines y con los dos hoyuelos de sus carrillitos sonrosados.

Entonces fueron los otros los que prorrumpieron en aplausos, mientras los devotos elevaban los ojos al cielo. ¡Hasta sobre las aguas se mostraba la impiedad de la villa!... Frente á un grupo peroraba un hombre de aspecto miserable, con movimientos desordenados, como si fuese un loco. Aresti reconoció al Barbas. Lo de hoy no vale nada gritaba.