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Actualizado: 18 de junio de 2025


Callaba Salvador entristecido y confuso. Don Manuel miraba vagamente una nubecilla blanca que se deshacía en jirones leves, sobre el fondo gris de un cielo huraño. Volvióse hacia el joven, y le dijo de pronto: ¿Sabes que ayer estuvo aquí el notario de Villazón? El muchacho interrogó perplejo: ¿Estuvo? ; yo le había mandado decir que deseaba verle.

Mientras de tal suerte espantaban Perico y Miranda el mal humor, a Pilar se le deshacía el pulmón que le restaba, paulatinamente, como se deshace una tabla roída por la carcoma.

Lord Gray, Dios le ha dado a usted todo y usted malgasta y arroja las riquezas de su alma haciéndose infortunado sin deber serlo. Amigo me dijo apretándome la mano tan fuertemente que creí me la deshacía soy muy desgraciado. Tenga usted lástima de . Si eso es desgracia, ¿qué nombre daremos a la horrenda agonía de una criatura, a quien usted acaba de precipitar en la mayor deshonra y vergüenza?

-Como con esas cosas le verá vuestra merced si vive -respondió el paje-. Par Dios, términos lleva de caminar con papahígo, con solos dos meses que le dure el gobierno. Bien echaron de ver el cura y el bachiller que el paje hablaba socarronamente, pero la fineza de los corales y el vestido de caza que Sancho enviaba lo deshacía todo; que ya Teresa les había mostrado el vestido.

El 4, á las dos de la tarde, ambos jefes se habian visto y abrazado al pié del cerro de Naguanagua, entrando luego juntos en Valencia entre las aclamaciones entusiastas del pueblo; y el 10 del mismo mes todo Carácas se deshacia en expresiones de la mas grande admiracion al acoger en su recinto á su ilustre hijo, el Libertador de la América del Sud.

Felipe se la entregó maquinalmente, mientras se deshacía en protestas exageradas para convencer a Alberto de que si le había agujereado el sombrero había sido sin intención deliberada... ¡Soberbia carrera acabo de emprender por vuestra culpa, caballeritos! dijo el conde bajando del coche. A Dios gracias llego a tiempo de evitar un desastre.

Cuando Julia deshacía las envolturas se deslizó una tarjeta que Oliverio vio caer y de la cual se apoderó rápidamente; después de darle dos o tres vueltas como si tratara de apreciar los detalles fisonómicos, por decir así, de aquella blanca cartulina, leyó en voz alta: El conde Alfredo de Nièvres.

Todos quedaron absortos; unos dudaban, los más se afirmaban en la verdad de aquellas prácticas, y María, apartada al lado, y espantada de semejante maravilla, se deshacía en protestas, de que ella no tenía parte en aquella máquina diabólica, prometiendo no repetir más nunca tan pernicioso ejemplo, y asegurándose con la mano puesta en la cruz del joyel, parecía que ella buscaba un testigo que certificase de su inocencia.

Palabra del Dia

rigoleto

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