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Actualizado: 31 de mayo de 2025
La justicia no se descuidaba de buscarnos; rondábanos la puerta, pero, con todo, de media noche abajo, rondábamos disfrazados.
Si la sentencia pasada de la bolsa del ganadero movió a admiración a los circunstantes, ésta les provocó a risa; pero, en fin, se hizo lo que mandó el gobernador; ante el cual se presentaron dos hombres ancianos; el uno traía una cañaheja por báculo, y el sin báculo dijo: -Señor, a este buen hombre le presté días ha diez escudos de oro en oro, por hacerle placer y buena obra, con condición que me los volviese cuando se los pidiese; pasáronse muchos días sin pedírselos, por no ponerle en mayor necesidad de volvérmelos que la que él tenía cuando yo se los presté; pero, por parecerme que se descuidaba en la paga, se los he pedido una y muchas veces, y no solamente no me los vuelve, pero me los niega y dice que nunca tales diez escudos le presté, y que si se los presté, que ya me los ha vuelto.
En lo que no se descuidaba después Bringas era en pedir las llaves y guardarlas debajo de su almohada, porque todos los entusiasmos y aun la flaqueza senil o infantil tienen su límite. De este modo pudo Rosalía explorar libremente el tesoro secreto. Revolvió, contó y recontó todo lo que había en el doble fondo, pasmándose del caudal allí guardado.
Aquel singular enfermo era siempre idólatra de su persona, pero hacía mucho tiempo que economizaba los gastos del culto. Había conservado la costumbre de pintarse y acicalarse y no descuidaba ninguna de las prácticas que podían darle una apariencia de juventud, pero no le disgustaba parecer más nuevo que su traje.
Para acabar de ponerle de mal humor, el tío Manolo recibió una carta del director del colegio noticiándole que Miguel se descuidaba mucho en sus estudios hacía ya algunos días. Esto ocasionó una muy fuerte desazón entre tío y sobrino.
Con risa y ademanes verdaderamente juveniles, andaba de grupo en grupo animando á las doncellas y ofreciéndoles confites, embromando á los viejos, comunicando á todos la franca alegría que rebosaba de su alma. Cuando Linón se descuidaba en atizar la hoguera, él mismo le arrebataba el tridente de la mano y echaba sobre ella una gran porción de árgoma.
No descuidaba ella por eso el gobierno de su casa, que estaba saltando de limpia, y todo muy en orden, a pesar de los siete chiquillos que tenía, el mayor de ocho años; pero como la casa era muy grande, a los cinco mayores, entregados a una mujer ya anciana y de toda confianza, los tenía en el extremo opuesto de aquel en que estaba ella, a fin de que no turbasen con sus chillidos y gritería, ya sus solitarias meditaciones, ya sus lecturas, ya sus interesantes coloquios con el padre Anselmo, con el cacique o con alguna persona de fuste que viniese a visitarla.
Un oficial se descuidaba su bolsa, y el joven Kernok la recogía cuidadosamente, pero sus camaradas tenían parte en el contenido; si robaba ron al capitán, lo partía también escrupulosamente con sus amigos.
Con cuyo hecho desgraciado varió el modo de pensar de la Audiencia, que empleó todos los recursos imaginables para ocultar habia sido suya aquella providencia, significando que Alvarez habia egecutado la prision de motupropio: pero Flores, que no se descuidaba en cubrirse de sus resultas, tuvo modo de conseguir copia de todo lo acordado sobre aquel hecho.
Y sus pases de muleta fueron acompañados de ruidosas exclamaciones de entusiasmo, mientras en el graderío se reanimaban los partidarios, increpando a los enemigos. ¿Qué les parecía aquello? Gallardo se descuidaba algunas veces, lo reconocían... ¡pero la tarde que él quería! Aquella tarde era de las buenas.
Palabra del Dia
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