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Actualizado: 31 de mayo de 2025
Ni por trabajar tanto por las almas de sus prójimos se descuidaba de la suya propia; recogíase muchas veces á tener oración, en el cual tiempo las copiosas lágrimas que derramaba, eran indicios de los consuelos con que Dios confortaba su espíritu.
Les exigía siempre la misma ó mayor cantidad de fruto; y si alguno se descuidaba ó se mostraba reacio, concluía por arrancarlo de cuajo y plantar otro en su lugar. Subieron á lo más alto de la finca. En aquel paraje había construído D. César un templete circular sostenido por columnas.
La de Candore no era su madre, y por mucha que fuese su buena voluntad, su naturaleza seca y altanera era incapaz de comprender esas aspiraciones y esos ímpetus del alma. Su solicitud se limitaba al ser físico y descuidaba el ser moral. Y la niña, en su necesidad de ternura, se refugió en seguida en los brazos amigos de Julieta. La condesa se dignaba aprobar esa amistad.
El duque pudo entregarse largo tiempo al atractivo que María ejercía en él, sin que la más pequeña nube empañase la paz sosegada, y, como el cielo, pura, del corazón de su mujer. Sin embargo, el duque, hasta entonces tan afectuoso, la descuidaba cada día más. La duquesa lloraba; pero callaba.
María se escapó corriendo. Al par que se ejercitaba en la humildad no descuidaba tampoco otra virtud, que es, por decirlo así, el fundamento de nuestra religión y el timbre mayor de gloria que la criatura puede ofrecer a Dios: la virtud de la candad.
Y se descuidaba de hacerlo, ¡eran de oir sus protestas y recriminaciones! No pasaba día sin que la casa del médico no resonase con voces coléricas, gritos y lamentos.
Aunque departiendo con Julián acerca de la sorpresa que se le preparaba a la familia de la Lage, y de si amenazaba llover porque el cielo se había encapotado, no descuidaba el marqués observar algo que debía interesarle muchísimo. Un instante se paró, creyendo divisar la cabeza de un hombre allá lejos, detrás de los paredones que cerraban la viña. Pero a tal distancia no consiguió cerciorarse.
En cuanto a él, convencido de que tenía un rival afortunado, no descuidaba nada para encontrar alguna circunstancia que confirmase sus sospechas, y la casualidad se puso al servicio de sus celos de la manera más funesta, conduciéndole al lado de mi madre en el momento en que recibía los últimos besos de su esposo.
Puesto que ya había pasado una vez sobre las leyes, fatal era que continuase olvidándolas. ¿Podía tampoco detenerla el temor o el respeto por Zakunine, que no se ocupaba de ella, o mejor dicho, que la descuidaba en todas las formas?...
En realidad, hacía algún tiempo descuidaba intencionalmente ponerse su anillo de novia; había observado que los ojos de Juan eran invenciblemente atraídos por el fulgor del rubí tornasolado, sobre el cual parecían caer todas las caricias de la luz. De manera que por una delicadeza instintiva, no queriendo colocar diariamente ante sus ojos un símbolo que debía afligirlo, no se ponía el anillo.
Palabra del Dia
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