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Actualizado: 30 de abril de 2025


Iban todos confundidos, aplastándose en las calles estrechas entre el «paso» enorme y las paredes, pero con los ojos fijos en los de la imagen, hablándola, lanzando piropos a su hermosura y su milagroso poder, con la inconsciencia del vino y de su ligero pensamiento de pájaro. ¡Olé la Macarena!... ¡La primé Virgen der mundo!... ¡La que le da por el... pelo a toas la Vírgenes!...

Yo he visto lo que es la gente continuó el bandido . El mundo está dividío en dos familias: esquilaos y esquilaores. Yo no quiero que me esquilen; yo he nasío pa esquilaor, porque soy muy hombre y no tengo mieo a nadie. A usté, señó Juan, le ha pasao lo mismo. Por riñones se ha salío der ganao de abajo; pero su camino es mejó que el mío.

El señor estaba orgulloso de que le quisiera una hembra de esa clase, y padece en su orgullito al ver que le dejan. ¡Ay, qué asco le tengo! Ya no es mi marío: me paece otro. Apenas nos hablamos, como no sea pa reñí. Lo mismo que si no nos conociéramos. Yo estoy sola arriba y él duerme abajo, en una pieza der patio. No nos juntaremos más, ¡lo juro!

Figúrese usté que toa España habla der Plumitas, que los periódicos cuentan las mayores mentiras sobre mi persona, que hasta, según disen, van a sacarme en los teatros, y que en Madrí, en ese palasio donde se reunen los diputaos a platicar, hablan de mi persona casi toas las semanas.

Mitridates de Adelung, II, 10. Aldrete, Del origen de la lengua castellana, fol. 46, 6. Díez, Grammatik der romanischen Sprachen, B. I. S. 48. Uber die Länderverwaltung unter dem Chalifate, Berlín, 1835, L. 75.

También los serventes, aunque no siempre, son cantos provenzales dialogados, como observamos en Díez, Leben und Werke der Troubadours, pág. 145. Los juglares formaban la segunda clase principal de cantores provenzales, y se llamaban así los mímicos y poetas, que cantaban por dinero ó vivían de la música y poesía.

La presencia del Señor del Gran Poder provocaba un suspiro de centenares de pechos. ¡Pare Josú! murmuraban las viejas, fijos los ojos en la imagen con hipnótica inmovilidad . ¡Señó der Gran Poer! ¡Acuérdate de nosotros!

Conocía el tiempo lo mismo que un pastor viejo, y no había miedo de que se equivocase. Luego se encaró con Gallardo. Te voy a echar este año unas corrías magníficas. ¡Qué toros! A ver si les das muerte como güenos cristianos. Ya sabes que este año no he quedao contento der too. Los probesitos meresían más.

Salguero hacía un mohín de extrañeza. La lluvia era el pan para ellos. Producía las buenas cosechas, y con abundancia en los campos, los paletos gastaban mejor su dinero en la compra de caballerías. Nosotros vivimos der verano, don Isidro. Si no juese por las ferias, moriríamos como las ratas. Yo esquilo, y los camarás que tien caballerías las venden. En invierno, el pasto es muy caro.

Un gesto de entusiasmo y de ternura conmovía los labios afeitados del marqués y las blancas patillas al recordar los altos hechos de algunos animales salidos de sus dehesas. ¡El toro!... ¡El animá más noble der mundo! Si los hombres se le paresiesen, mejor andaría too. Ahí tienen ustés al pobre Coronel. ¿Se acuerdan de aquella alhaja?

Palabra del Dia

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