United States or Rwanda ? Vote for the TOP Country of the Week !


No habrán dejado uno vivo, señor. Mirad: encienden grandes hogueras en la playa. Es que no debemos dejarles que se los coman tranquilamente, Horn. Tenemos aún una lantaca y nuestros fusiles. Y los salvajes se parapetarán detrás de las rocas, poniéndose así a cubierto de nuestras balas. ¿Y crees que los chinos hayan muerto todos? ¿Habrá alguno vivo? Se le oiría gritar o lo veríamos.

Cuando el padre murió, sin dejarles más herencia que aquellos pocos terrones y algunas onzas de oro ocultas en un puchero enterrado en el huerto, tuvieron Diego y Antolín una conferencia, en la cual convinieron que debía uno de ellos procurar hacer carrera y conseguir medro, continuando otro al frente de las tierras a que habían quedado reducidos los antiguos estados de la nobilísima familia.

Infinitas y bien dichas fueron las razones con que los capitanes agradecieron a Roque su cortesía y liberalidad, que, por tal la tuvieron, en dejarles su mismo dinero.

Bien pudiera Dios rigurosamente piadoso dejarles apartar de estos mares y sepultarles después en golfos de agua para eternizar su muerte en las llamas que merecían. Mas los adorables juicios de la Providencia Divina, aunque siempre inescrutables a la mayor perspicacia, también a veces se nos dan a venerar dejándose traslucir en la benignidad de sus efectos.

Los padres de familia cuidan poco o nada de la educación de los hijos, ni de su alimento y vestuario, porque de todo ha de cuidar el común, quien a su placer los emplea donde y conforme les parece, desde que son capaces de hacer algo; tampoco anhelan por adquirir bienes que dejarles a sus hijos, ni tienen idea de lo que es herencia, ni aun de la propiedad actual de las cosas, porque la costumbre de dejarlas, y de verlas dejar de otros para ir a donde el común los destina, les hace mirarlas con indiferencia y abandonarlas sin sentimiento.

El infante tuvo su acuerdo por bueno, y ofreció de hacerlo, y á lo que yo puedo entender, movido de lástima de que Berenguer de Entenza, y Fernan Jiménez de Arenós quedasen en las manos de Rocafort, á quien el respeto del infante parece que detenia la ejecucion de su animo vengativo, quiso tentar si con esta detencion podia concertar estas diferencias, y dejarles con mucha paz y quietud, para que unidos y conformes pudiesen hacer mayores progresos, esperando siempre que obedecerian al rey, aunque por entonces lo hubiese rehusado.

En esto se entretuvo el campo dos dias, y Montaner ya que se queria partir, hijo juntar consejo general, y despues de haberles entregado los libros, y el sello del ejercito, les dijo, que el Infante Don Fernando de parte del Rey, y suya le habia mandado que le siguiese, á quien era forzoso obedecer y que no lo habia querido hacer antes, hasta haber dado descargo de lo que se le encomendó que él se iba con grande sentimiento de dejarles, aunque por su mal proceder de ellos pudiera no tenelle, pues daban tan mala recompensa á los que les habian gobernado, y sido sus generales que Berenguer quedaba muerto por sus excesos, y Fernan Jimenez entregado á la fe dudosa de los Griegos.

Todo vuelve, don José, todo; ya ve Vd., hasta los carlistas. Doña Manuela, picada de no haber escuchado todavía un elogio para su guiso, comenzó a tronar contra la política. No sabéis hablar de otra cosa. Pues dejarles que vengan. Peores que estos que mandan ahora no serán. Calla, mujer. ¡ que sabes! Sería un horror.

Cuando los godos invadieron la Grecia, se refiere que intentaron quemar todas las bibliotecas; pero un astuto y discreto capitán de los godos hubo de persuadirles de que con las bibliotecas los griegos se hacían afeminados, muelles y cobardes, y que así era conveniente dejarles los libros para tenerlos siempre bajo el yugo. De esta suerte las bibliotecas se salvaron.

Es que me quieren perder, me quieren quitar á mi hijo, al que ha nacido para enseñar á todos los sabios y dejarles tamañitos. Y me tienen envidia porque soy su padre, porque de estos huesos y de esta sangre salió aquela, gloria del mundo.... Envidia; pero ¡qué envidiosa es esta puerca Humanidad!