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Actualizado: 21 de mayo de 2025
No le sacó Nieves de la duda con palabras, por de pronto, ni con un gesto, porque, si le hizo, Leto no pudo pescarle en medio de la obscuridad que los envolvía; pero tras un breve rato de silencio, oyó que le decía la hija de don Alejandro Bermúdez, siempre muy bajito: Tenemos fama de exageradores los andaluces; pero ¡cuidado que usted!... Y además de exagerador, es visionario: ¡pensar que han de dejarle sin aire y sin luz por un hecho que otros publicarían a voces para darse importancia!... ¿Por quién toma usted a mi padre, Leto? ¿Tantos harían por su hija lo que hizo usted esta mañana?
Cuanto á las altas cúspides de los Andes y del Himalaya, sobradamente elevadas en la región del frío para que el hombre pueda subir á ellas directamente, ya vendrá día en que se las arregle para alcanzarlas. Ya le han llevado los globos á dos ó tres kilómetros más de altura: otras naves aéreas irán á dejarle encima del Gaurisankar, sobre la «Gran Diadema del Cielo brillante».
Era menester blanquear la cocina, tapar con yeso algunos agujeros y enormes grietas que por todas partes había, empapelar el gabinete, que iba a ser su alcoba, y pintar las puertas. Claro, me tiene tirria; ¿pues qué es él más que un servilón de los de Santa Cruz? Con todo, pienso decirle algo, porque en último caso, con dejarle el cuarto hemos concluido.
Ya que amistades nocivas le apartaban otra vez del buen camino y le envenenaban el alma con insinuaciones malévolas, con sospechas torpes e impías, más valía dejarle en paz, apartar de su vista el espectáculo inocente, mas para él poco agradable, de dos almas hermanas que viven unidas, con lazo fuerte, en la piedad y el idealismo más poético».
Sería mi deseo poder añadir que consiguió que se convirtiera y que lo hizo abandonar su ídolo de porcelana; pero estoy contando una historia verdad. La niña se contentaba con inspirarle su cristiana bondad, sin dejarle ver que estaba ya convertido.
Se reconocieron; y dijo al instante Leto: He andado buscándole a usted por todo Villavieja. Y yo venía dudando dijo a su vez el comandante , si colarme ahora en la botica para hablar con usted delante de don Adrián, o dejarle recado para que se viera conmigo en mi casa. ¿Luego tiene usted algo grave que decirme? observó Leto casi afónico y temblándole todas las entrañas.
En los tres o cuatro mil años que conocemos de historia, debiera advertirse que por sus pasos contados vamos acortando esta distancia. Yo, sin embargo, lo advierto poco. Todos los inventos, adelantos y mejoras que el hombre ha hecho, me parecen, si de acortar esta distancia se trata, como la cantidad de agua que un niño sacase del mar con una escudilla para dejarle en seco.
No le agradaba verle cada vez más enfrascado en el aguardiente y el cognac; pero don Santos si no bebía no daba pie con bola, no entendía palabra de lugares teológicos. Había que dejarle beber. A las diez y media de la noche salían juntos; don Pompeyo daba el brazo a don Santos y le acompañaba hasta dejarle bastante lejos del café, porque si no se volvía solo.
Justo, para dejarle a usted en blanco, después de haberlos servido... ¡Si anda ahora una pillería!... concluyó Lépero, fingiendo cierta indignación, como si quisiera conmover al tabernero. Y ¿qué pleito es ése? preguntó don Simón.
Todas las razones incurables aducidas por él contra la hipótesis del suicidio estaban grabadas en su mente. ¿Era creíble que la Condesa se hubiera matado sin dejarle su último adiós? Dada su fe en Dios, ¿podía matarse?
Palabra del Dia
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