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Actualizado: 6 de mayo de 2025
De esta objecion se hace cargo su comentador el cardenal Cayetano, y defiende resueltamente con Santo Tomás, que las almas de los brutos son inextensas. Por las palabras del sabio cardenal, se echa de ver que entendia la doctrina de Santo Tomás, sobre la indivisibilidad del alma de los brutos, con todo el rigor de los términos, pues que se propone la objecion del modo siguiente.
Yo me precipito, pero todos salen también detrás mío, y Julio, Zoraida y yo la acorralamos a Camucha contra la baranda de la escalera para quitárselo. Ella se defiende y quiere entregárselo a Julio. Yo la abrazo a Carmen para hacérselo soltar, pero con la agitación y con el miedo, me faltan las fuerzas. Llamo a Juana, la sirvienta, en mi auxilio. Todos gritamos.
Reyles, aunque me parece harto dificultoso, porque dicho señor no defiende directamente sus obras, las cuales más bien han sido elogiadas que censuradas por mí. Lo que defiende es una determinada estética que yo en cierto modo y hasta cierto punto condeno.
Y ¿qué manera ha de haber mas segura y mas breve para descubrir, si lo que otro defiende es verdadero, ó falso, que los sylogismos bien hechos, que á qualquiera le ponen en la necesidad de conocer la verdad, ó falsedad de las proposiciones?
El autor defiende su obra, insiste el otro, discuten acaloradamente y no llegan á un acuerdo. El amigo concluye, con énfasis profético: Hijo mío, haz lo que quieras; mi opinión leal, ya la sabes; yo creo que caminas á un desastre. ¡Ahora, tú allá!...
No existe nada que se resigne a morir, y el error es quizás lo que con más bravura se defiende de la muerte. Cuando el error se ve amenazado de esa ridiculez a que el lenguaje corriente da el nombre de plancha, hace desesperados esfuerzos, azuzado por el amor propio, para prolongar su existencia.
Asida á su Ataide Ayela, miraba, cual la leona que á su cachorro defiende, á Aben Jucef, que su cólera trocado habia en espanto, y ella, al verle, tembló toda.
Mire usted dijo Paco al oído de la señora que tenía á su lado con qué energía defiende D.ª Feliciana los perros chicos de su yerno. D.ª Feliciana comprendió por el movimiento de los labios del jugador y por la sonrisa de su compañera que había servido de tema á una burla, y no dijo otra palabra. El juego continuó y volvió á escucharse el cántico de los números en medio de religioso silencio.
M. L'Ambert aceptó, con el humor que pueda suponerse cualquiera, la mano que le tendía su rival, y se hizo conducir al faubourg Saint-Germain en compañía de sus dos amigos. DONDE DEFIENDE EL NOTARIO SU PELLEJO CON MÁS
Ella le contempló con desaliento, como si se quejase, haciéndolo responsable de su desgracia. «¿Por qué me has abandonado?» El príncipe huyó: le hacía daño verla con aquel aspecto humilde y rabioso de cordero en peligro, que bala de pena y se defiende. Al anochecer volvió al Casino. Aún había quien se ocupaba de la duquesa, pero en voz baja, con ademanes tristes, como si hablase de un moribundo.
Palabra del Dia
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