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Actualizado: 14 de junio de 2025
No es fácil definir lo que rápidamente pensó, las cosas que trajo a la memoria, las sacudidas que dio a su dignidad de Aransis para que se despertase y saliese a defenderla. Ello es que saltó del asiento con tal rapidez, que no pudo Joaquín detenerla, y con velocidad de pájaro se puso en la puerta.
Quiso intervenir Cantarranas, y como la poetisa dijese no sé qué tontería de las muchas que tenía en la cabeza, D. Marcos la increpó duramente; salió á defenderla con singular tesón el Duque, y recibió de pasada, y como sin querer, un furibundo sopapo. Desde entonces fué aquello un campo de Agramante, y es imposible pintar el jaleo que se armó.
Hombre hay que ni para dormir se le quita, trayéndole hacia la cara para defenderla del sol o de la luz, si duerme la siesta al aire libre; así como se le lleva hacia el morrillo o cogote, sosteniéndole con la mano, para saludar a las personas que más respeto y acatamiento le merecen. Pero volvamos a nuestra cordobesa. Pobre o rica se esmera, como he dicho, en la casa.
Mi tío dijo Rafael odia tanto a los moderados, que pierde toda moderación para combatirlos. Calla, Rafael respondió la condesa ; tú combates y te burlas de todas las opiniones, y no tienes ninguna, por tal de no tomarte el trabajo de defenderla. Prima exclamó Rafael , soy liberal; dígalo mi bolsa vacía. ¡Qué habías tú de ser liberal! dijo con voz estridente el general.
Y con su exuberancia meridional, la abrazó y la levantó, apartando de su frente los bucles de la cabellera, que se había deshecho, acariciándola como á una niña enferma, bebiendo sus lágrimas con besos interminables. ¡No, no la abandonaría!... Es más: estaba dispuesto á defenderla de todos sus enemigos. El no sabía quiénes eran estos enemigos; pero si necesitaba un hombre, allí le tenía á él...
Que se embarcasen en sus navios y fuesen la vuelta de la isla de Metellin, porque con facilidad la podrían ganar, y con la misma defenderla, de donde correrían aquellos mares con mas seguridad suya, y daño del enemigo, y que sus pocas fuerzas no daban lugar á mayor satisfacion.
Os he respondido la verdad: me tiendo á sus pies, lamo su mano, y velo por ella, siempre dispuesto á defenderla. ¿Pero no es vuestra hija? No contestó con voz ronca el bufón . ¡Oh! ¡si fuera mi hija! ¿Ni vuestra... querida? ¡Oh! ¡si fuera mi querida! ¿Pero la amáis? Ya os he dicho que soy su perro. Más claro. Soy su protector.
A los pocos segundos la desdichada sangraba por todas partes, pero no exhalaba una queja. En cambio, Ángela gemía pidiendo compasión, sin atreverse a intervenir para defenderla. La vara se quebró al medio. Con los cachos aún estuvo aporreándola buen espacio. Cuando se cansó, asiola por los cabellos y la arrastró hasta el cuarto, donde la dejó exánime y ensangrentada.
Pero no; lo que llevaba al lado era un buen mozo capaz de defenderla; algo tímido y encogido, eso sí, con la cabeza baja, como si las palabras que aún tenía por decir se le hubieran deslizado hasta el pecho y allí estuviesen pinchándole. Roseta aún le confundió más. «Vamos á ver: ¿por qué hacía aquello? ¿por qué salía á acompañarla en su camino? ¿qué diría la gente?
La mayoría de las mujeres necesitan el orgullo en el amor; que el amado infunda admiración y envidia por su valentía, por su hermosura, su riqueza ó su talento. El hombre ama casi siempre por lástima, por la tierna conmiseración que le inspira la mujer. Sus miembros adorables no pueden defenderla.
Palabra del Dia
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