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26 La voz del cual entonces conmovió la tierra; mas ahora ha denunciado, diciendo: Aún una vez, y yo conmoveré no solamente la tierra, sino también el cielo. 27 Y lo que dice: Aún una vez, declara el quitamiento de las cosas movibles, como de cosas hechizas, para que queden las que son firmes.

Mi risa es de sorpresa.... En mi país, rara vez una mujer declara su amor al hombre. Pues aquí no es extraordinario contestó Flimnap . Acuérdese que todo lo dirigimos las mujeres, y por lo mismo nos corresponde la iniciativa en los asuntos de amor. Además dijo Edwin , usted olvida el obstáculo insuperable que la Naturaleza ha establecido entre los dos al crearnos con tamaños tan distintos.

Crishna nos protege, Crishna nos anuncia venturoso éxito, nos declara que la ocasión es propicia, y nos manda que acudamos a ti e impetremos tu auxilio para sacudir el yugo de los muslimes.

Al mismo tiempo que se hace la señal del combate, toca la campana de la torre la de la oración del Ave María; todos se arrodillan para rezar; descúbrese Laura; declara la inocencia de la Reina, y excita al acusador á confirmar su aserto, puesto que así se ha obligado á hacerlo para lograr su mano. Obedécela Belisardo; la Reina queda libre de toda mancha, y todos se perdonan y se abrazan.

Vaya... di que no me he lucido... En fin, no se habla más de eso. Di si me quieres, o no... pero pronto, pronto. Al otro día, en las alturas de Tibidabo, viendo a sus pies la inmensa ciudad tendida en el llano, despidiendo por mil chimeneas el negro resuello que declara su fogosa actividad, Jacinta se dejó caer del lado de su marido y le dijo: «Me vas a satisfacer una curiosidad... la última».

Livio afirma que la mucha prosperidad y abundancia de Roma, le acarrearon todos los males, y que por esta causa llegaron los romanos a los extremos del vicio. Si consultamos a Juvenal volvió a decir, él nos declara que no hay linaje de maldad en que los romanos no cayesen desde que abandonaron la pobreza. ¿Fue acaso opulento el pueblo de Israel, el pueblo de Dios?

Llega entonces Serafina, y declara que ella reveló lo que había visto, y que Don Jerónimo no ha faltado ni al secreto ni al juramento. Los dos amigos reconciliados se abrazan, y Don Pedro da su mano á Violante.

El año de 637 entraron por el Tucumán á convertir algunas naciones el P. Gaspar Osorio, de quien poco ha hice mención, y el P. Antonio Ripario, italiano, los cuales, el mayor fruto que sacaron de su empresa, fué perder la vida por Cristo con glorioso martirio, de que tuvo antes bien clara noticia el P. Osorio como lo declara en carta escrita á Roma á su antiguo confesor nuestro cardenal Juan de Lugo.

A veces, y al son de la jota, una cupletista se declara aragonesa; pero ¿quién ha oído de alguna que haya nacido en el distrito del Sr. Rahola? La España del género ínfimo es muy limitada, y mi provincia, por ejemplo, la hermosa provincia de Pontevedra, tan fecunda en navegantes, en políticos y en cangrejos, no figura en ella... Soy española insiste la cupletista.

¿Qué hacer?... yo no ... ¿quién dice?... ¿quién declara?... ¡Oh! ¡no! ¡sentenciarnos á ser tenidos por cómplices, á morir deshonrados!... ¡hemos hecho cuanto podíamos hacer... y acaso... acaso nos hayamos engañado!... pero no... no... el Chato no ha comido... ¡Dios mío!...