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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Santiago, más exasperado aún por la decepción que experimentaba, exclamó: ¡Ni el hierro, ni el plomo, ni yo daremos muerte a ese excomulgado! ¡No iré a bordo, por las mil llagas de San Julián, no, no iré! añadió golpeando violentamente el suelo con el pie.
17 Mas si no nos prestareis oído para circuncidaros, tomaremos nuestra hija, y nos iremos. 18 Y parecieron bien sus palabras a Hamor y a Siquem, hijo de Hamor. 21 Estos varones son pacíficos con nosotros, y habitarán en la tierra, y traficarán en ella; pues he aquí la tierra es bastante ancha para ellos; nosotros tomaremos sus hijas por mujeres, y les daremos las nuestras.
Las campanas dijo el insigne comerciante , y si me apuran, el pararrayos y las veletas. Quiero concluir el edificio, ya que el amigo Aparisi lo quiere empezar. La primera piedra no hay quien me la quite expresó Aparisi con toda la hinchazón de su amor propio. Algo más daremos, ¿verdad Baldomero? apuntó Barbarita , por ejemplo, toda la capilla, con su órgano, altares, imágenes...
12 Entonces le acometeremos en cualquier lugar que pudiere hallarse, y daremos sobre él como cuando el rocío cae sobre la tierra, y ni uno dejaremos de él, y de todos los que con él están.
¡Amigas! las cuatro; si no estamos de vuelta para las oraciones, daremos que hablar dijo levantándose la más alta de estas vírgenes locas, muchacha de nariz aguileña y maneras resueltas que revelaban a la inteligente directora del cotarro. ¿Tienes los libros, Adelaida? Adelaida enseñó debajo de su impermeable tres libros de no muy santa apariencia. ¿Y las provisiones, Carolina?
Así son las cosas. Se lo dije a éste y a don Procopio. Me alegro de saber la verdad del caso. Ahora ya no daremos crédito a Ricardo ni a don Juan. De seguro que uno y otro contaban a su manera lo sucedido, y en perjuicio mío. Pronto supe todo; los chicos de la botica no me ocultaron nada.
Un soldado se ofrece de los nuestros A combatir cerrado en estacada, Con qualquiera esforzado de los vuestros Por acabar contienda tan pesada, Y si los hados fueren tan siniestros, Que el uno quede sin la vida amada, Si fuere el nuestro, darse ha la tierra, Si el tuyo fuere, acabese la guerra: Y por seguridad deste concierto, Daremos á tu gusto los rehenes.
Lord Gray, Dios le ha dado a usted todo y usted malgasta y arroja las riquezas de su alma haciéndose infortunado sin deber serlo. Amigo me dijo apretándome la mano tan fuertemente que creí me la deshacía soy muy desgraciado. Tenga usted lástima de mí. Si eso es desgracia, ¿qué nombre daremos a la horrenda agonía de una criatura, a quien usted acaba de precipitar en la mayor deshonra y vergüenza?
¡Por el alma de tu padre, sálvanos! ¡te daremos tanto oro que podrás llenar tu tartana! aullaron los contrabandistas. E imploraban con las manos juntas, mientras que tres de ellos se revolvían en las últimas convulsiones de la agonía. ¡Dios mío! ¡Dios mío! balbuceó el fraile. Y el desgraciado se retorcía los brazos y se revolcaba sobre la roca ensangrentada.
Al pronto creyó Jacinta que a su marido le habían pegado una puñalada. Dio un grito... miró; no tenía sangre... «¡Ah! ¿Es que te duele?... ¡Pobrecito niño! Eso será frío... Espérate, te pondré una bayeta caliente... te daremos friegas con... con árnica...».
Palabra del Dia
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