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Pero vuelve a encender la lámpara y déjalo todo como estaba. A San Miguel dale la espada y su cuerno a Satanás. DON FARRUQUI

A cada instante era visitado el despacho por un ángel que entraba retozando. ¡Qué cháchara suplicatoria y qué mendicidad mezclada de regocijo! «Papá, dale el dinero a Francisco para que vaya por el palco de la Comedia... Papá, no olvides que hoy se renueva el abono del Real... Papaíto, págame esta cuenta de Bach... Papá, el sastre... Papá, la modista... Papa, la florista... Papá, la cuenta de Arias... Papá, nuestros abanicos... Papá, el caballo... Papá, papá, papá...». Era un pío pío que no cesaba.

Todos aquellos hombres, habituados a las faenas de la iglesia, lentas, regulares, calmosas y con largos intervalos de descanso, admiraban la nerviosa actividad de Sagrario. Se va usted a matar, criatura decía el viejo manchador del órgano . bien lo que es eso. Algo parecido hago yo, ¡dale que dale a los fuelles!

No digo eso, Sandoval, contestaba Pecson sonriendo hasta enseñar su muela de juicio; el General para tiene propio criterio, esto es, el criterio de todos los que están al alcance de su mano... ¡Eso está claro! ¡Dale bola!

Vamos, un servicio y le reduzco á siete los nueve mil pesos que me debe. Usted hace entrar por la aduana todo lo que quiere, cajones de lámparas, hierros, vagilla, cobre, pesos mejicanos; ¿usted suministra armas á los conventos? El chino afirmaba con la cabeza; pero él tenía que sobornar á muchos. ¡Mía dale tolo á los Pales!

Usted es un forajido, señor, no me vuelvo atrás... Usted nos ha birlado a la criatura. Porque usted me la ha matado, so verdugo, caribe, usted, usted. Dale con gracia... Habrá que ponerle un bozal. Voy a avisar a la Casa de Socorro. A la cárcel... es donde tiene que ir usted. Y en aquel momento entró José Izquierdo, a quien su hermana quiso incitar para que acometiese al bueno de Estupiñá.

Lo primero, volver á Sevilla con sus señores padres, y dejar á Doña Clara tranquila con los suyos. Bien se conoce que V. no ama. Á su edad de usted... Dale... con la tontería... Caballerito poeta... yo no soy ni viejo ni rabadán... ni me parezco en nada al del idilio. Váyase V. á Sevilla hoy mismo. Salga V. de esta ciudad antes de que Doña Blanca se percate de que hay moros en la costa.

Ahora me ordenó , dale media vuelta, de modo que quede hacia nosotros la cara de atrás. Hícelo así, y apareció en ella la cerradura, que a la simple vista no tenía nada de particular. La caja mediría poco más de un pie de ancha, por cosa de pie y medio de alta.

Y lo mesmo confirmará otro ejemplo: está uno vuelto de espaldas, llega otro y dale de palos, y en dándoselos huye y no espera, y el otro le sigue y no alcanza; este que recibió los palos, recibió agravio, mas no afrenta, porque la afrenta ha de ser sustentada.

Maltrana, conocedor de las costumbres del presidio, imaginábase en qué lugar indeclarable podría guardar el valentón esta arma, que era como el cetro de su amenazadora majestad. Siéntese un poquiyo, don Isidro, y descanse... , dale un asiento ar cabayero... Les estaba proponiendo a estos chicos un negosio; un modo seguro de haserse ricos.