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Actualizado: 3 de junio de 2025
La faja de su hermano y la Capitanía general de Madrid, que desempeñó este algún tiempo, habíanle abierto las puertas del beau monde, y allí se había encastillado ella y tomado carta de naturaleza. Villamelón, dando sus pataditas, repetía por centésima vez muy angustiado: ¿Sabes, Curra?... Malo estoy. Fernandito, ¡por Dios!... No me lo digas... Indigestión... El vol-au-vent de codornices.
Cuadróse Butrón delante de la dama y dijo golpeándose el pecho: ¡Confía en mí, Curra!... ¡Yo respondo! En aquel momento llamaron a la puerta: el registro había ya terminado y el jefe de orden público pedía permiso a la señora condesa para presentarle sus excusas. ¡Ay, no, no! exclamó Currita . Dígale usted que puedo muy bien pasarme sin ellas.
Curra... Esa Curra... que es atroz, hija, atroz... ¡No vuelvo a presentarme en público con ella!... No me gustan evidencias; no quiero escándalos... Por eso dije: aunque sólo sea este entreacto, me la quito de encima y me voy con Carmen... Gracias por la elección, querida...
Pues, hombre, Curra... La Villamelona. ¿No sabes?... Diógenes le ha puesto ese nombre desde que le dio por fumar en pipa, en un narghilé precioso que le regaló el embajador de Marruecos... Es una mona famosa que hay en el jardín zoológico de Londres yo la he visto y fuma en pipa con una gracia y unos mohínes que recuerdan a Curra por completo.
Pero, Curra, por Dios, te quedas parada por todas partes. ¿Sabes?... ¿Y Jacobo no ha venido?... De fijo que llega tarde... Tú busca un buen sitio y llévate a Martínez. ¿Me entiendes, Curra?... Con esa calma, ni vas a oír a Jacobo, ni me verás a mí tampoco... ¡Anda!... ¡Las dos ya en Palacio!... ¡Se acabó! Me deja plantado; ahora sí que llega tarde...
¡Sí, es mucha Curra esa! dijo lastimeramente una señora vieja, avellanada, pringosa, que asomaba entre rasos y blondas, como en su papelillo calado un dulce de almíbar. Yo nunca creí que tuviera valor para presentarse aquí esta noche observó otra. ¡Bah!... A eso y mucho más llega su desvergüenza. ¿Su desvergüenza? preguntó Diógenes . ¿Y por qué? ¿Por qué?... Capaz serás tú de defenderla.
Y luego, no bien cesó de hablar ésta, se apresuró a decir en voz alta, con marcado aire de triunfo: ¿Lo ven ustedes?... ¿Lo ven ustedes cómo era lo que yo decía?... Lo mismo, lo mismo que está diciendo Curra fue lo que me contó a mí García Gómez.
Dispensa que no viniera a verte ayer, Benito prosiguió Villamelón, sentándose . Pero en este París, ¿me entiendes?, no hay tiempo para nada... Curra te espera a almorzar. ¿Lo sabes?... A las dos: un poco tarde quizá; pero hoy está de servicio con la reina. ¿Me entiendes?
Pues creo que pondremos al fin la kerrmesse en el Rreal dijo . Ahorra mismo voy a casa de Curra, parra que decidamos... ¿Cómo no has almorrzado tú allí hoy?... Jacobo arrojó la servilleta hecha un lío encima de la mesa y dijo gravemente mirando al tío Frasquito: Porque necesitaba hablarte. ¡Ya! exclamó el viejo.
Pues nada, hija... Que también se había ido a casa de la Villasis la pobre Curra. Y la grandísima tuna de la Mazacán pronunciaba aquel pobre Curra con un aire de lástima, con un acento de chunga, que la compadecida se revolvió furiosa, diciendo con su inocente risita: Pues mira, mujer..., ni dormida ni despierta se me hubiera ocurrido de ti semejante cosa. ¿Y por qué?
Palabra del Dia
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