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Actualizado: 8 de junio de 2025


Presentaba la República Argentina en aquella época un cuadro animado e interesante. Todos los intereses, todas las ideas, todas las pasiones se habían dado cita para agitarse y meter ruido.

Estaba acabándola cuando murió, y el pueblo romano llevó la pintura al Panteón, el día de los funerales. Hay quien piensa que La Transfiguración de Rafael, incompleta como está, es el cuadro más bello del mundo. Leonardo de Vinci sobresalió desde la niñez en las matemáticas, la música y el dibujo.

El cuadro esta hoy en la galería real de Dresde y es seguramente de Velázquez: lo dicen su factura y el parecido de la imagen con el retrato de Mateos que figura en aquella obra grabado por P. Perete.

Ahora, pues, previa tu indulgencia por estas digresiones, y suponiéndote orientado en el terreno de nuestros personajes, voy á tratar del verdadero asunto de mi cuadro. Hace pocos días empezó á llamarme la atención el aspecto que presentaba la casuca de enfrente. La buhardilla del Tuerto apenas se abría, ni en ella se escuchaban las risas, los lloros y los golpes de costumbre.

Sombrero blanco de alas estrechísimas, americana que parecía hecha de tela de jergón, camisa amarilla, guantes de color lila, y en vez de corbata un pañuelo blanco en forma de chalina, con una gruesa perla clavada. ¡Precioso, precioso! dijo al contemplar aquel pintoresco cuadro, levantando con trabajo los párpados.

Representado todo esto muy a lo vivo y sin la idealidad conveniente, es lo contrario del arte: no purifica la compasión y el terror, como quería Aristóteles. Será cuadro más vivido, como se dice en el día, pero de arte perverso y vicioso.

Creo que el mérito maestro de ese cuadro no consiste, sino en que teniendo todas las formas de mujer, no nos hace experimentar la emocion del sexo; en que tiene esa indecision misteriosa del pensamiento, de la conciencia, de la esperanza; es decir, de la Vírgen, porque la esperanza es toda la vida y toda la belleza de la virginidad.

Don Anselmo pasó a la habitación contigua, que era la de don Eleazar, y después de un rato regresó. Dice don Eleazar que puede pasar me dijo. Yo entré resueltamente. No olvidaré nunca el cuadro que se presentó a mi vista.

Recuerdo, como si fuese ayer, las circunstancias en que fui tomado y voy a tratar de pintarlas, no con la pretensión de hacer un cuadro sino con la intención de presentar una escena de nuestros campos, vulgar y corriente en tiempos no lejanos, pero hoy ya casi exótica, debido a las exigencias de la vida.

Estudiaría su belleza para ponerla bien en el cuadro que le conviniera!... «Si él no estuviera ahí, se diría ella, yo sería menos lindaNo sólo sabría amarla, sino también divertirla. ¡Tendría amor y placeres en cambio de su dinero!... Vamos, Juan, un buen movimiento, llévame hoy a casa de madama Scott. No puedo, te lo aseguro.

Palabra del Dia

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