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Actualizado: 1 de julio de 2025


Conservaba la humilde actitud que ya le he descrito a usted, clavada en su asiento, abandonada la labor, con las manos cruzadas por un esfuerzo de voluntad para disminuir el temblor que las agitaba al igual que el resto del cuerpo, pálida hasta dar lástima, las mejillas como la cera, los ojos muy abiertos velados de lágrimas, clavados en con la luminosa fijeza de dos estrellas.

Antonia, débil mujer, no podía contener los sollozos que la ahogaban. Transcurrió la ceremonia en medio de aquellas tres penas manifestadas de un modo tan diferente. Terminó el sacerdote su triste misión acercándose a Magdalena, que, incorporada, con las manos cruzadas y los ojos alzados al cielo recibió en sus secos labios la sagrada hostia.

¿Y quién tenía valor para trabajar en medio de la bulliciosa carnavalada? Algunas operarias hubo que al principio se encarnizaron en la labor, bajando la cabeza por no ver las máscaras; pero a eso de las tres de la tarde, cuando la inocente saturnal llegaba a su apogeo, las manos cruzadas descansaban sobre la tabla de liar, y los ojos no sabían apartarse de los corros de baile y canto.

Nuestra moral tiene callos en las manos. No son, como las de la monja, blancas, suaves, con palidez de nácar, cruzadas sobre el pecho, mientras, los ojos en alto buscan á Dios.

No, no; tienes la cara encendida como una amapola, añadió el viejo acariciando la cabeza del niño y antes de comer conviene que descanses un poco. Vaya, échate en el sofá con las manos cruzadas debajo de la cabeza: esa postura es muy higiénica. Yo voy a hacer lo mismo en esa mecedora.

Varias veces al día llamaba a sus guardianes para preguntarles si no había llegado aún la orden de su excarcelación, y, al oír las respuestas negativas, arrugaba el ceño y se estremecía de ira. Se paseaba constantemente en su celda, las manos cruzadas por detrás, la cabeza baja, la mirada fija y dura.

Veintiocho pueblos, según afirma don Carmelo el de la comisaría, venimos en el buque; y lo mismo ocurre en otros trasatlánticos. ¿No es verdad, Ojeda, que esto se parece al avance en masa de los pueblos de Europa cuando las Cruzadas?... Hace poco, me acordaba yo, abajo, de las muchedumbres que siguieron a Pedro el Ermitaño.

PASTEL A LA ITALIANA. Se hace un picadillo de tocino, lomo, ternera, jamón y se hace una pasta con vino blanco y huevos batidos; en un molde de forma bonita se pone tiritas de jamón cruzadas, otra capa de pasta, otra de tiras de jamón, y así sucesivamente, hasta llenar el molde. Después se mete al horno cuidando de ir separando la grasa que vaya sacando, y cuando está en su punto se prensa.

La infeliz, turbada y muerta de miedo, se acurrucó en el rincón opuesto, y cruzadas las manos, miraba al desgraciado demente, diciendo para : «¿En qué lo habrá conocido?... Dios, ¡qué hombre! ¿Será farsa todo esto de la locura? ¿Será que se finge así para poder matarme, sin que la justicia le persiga...? ¡Pero cómo habrá descubierto...! ¡Si no lo he dicho a nadie! ¡Si no se me conoce nada todavía...! ¡Ah!, lo que este hombre tiene es mucha picardía.

Este era el orden de cosas consuetudinario cuando reaparecieron en la Europa cristiana traídas por los ex-prisioneros de las cruzadas, las ciencias y las artes griegas, que fueron un poderoso estimulante de actividad mental, y consiguientemente, de diferenciación del medio ambiente.

Palabra del Dia

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