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Actualizado: 29 de junio de 2025


En dos por tres quedó arreglada y lista, con su cama que alheaba, y su escritorio, y su lavabo, y cuanto era indispensable. Nada faltaba allí, ni el reclinatorio. El P. Solís nos prestó uno muy elegante, con un crucifijo muy devoto. Venga a cualquiera hora; decía la joven ¡que venga, que todo está listo!

La presencia de monseñor Galli, de Rimini, su entrevista clandestina con Dolly, fue, como hemos sabido después por propia confesión de ella, para ver de cerciorarse de algunos datos concernientes a los últimos actos y movimientos de su padre, pues se había sabido que pocos meses antes había vendido en París, a un comerciante en el ramo, el histórico crucifijo de piedras preciosas usado por Clemente VIII, que fue depositado en el tesoro del Vaticano después de su muerte, el año 1665.

De pronto mi guía se paró delante de una puerta, la que abrió con su llave, y me encontré dentro de una diminuta y desnuda celda, sin alfombra, cuyo mobiliario se componía de una cama de ruedas, una silla, una mesa-escritorio y un estante de libros bien provisto. En la pared había un gran crucifijo de madera, delante del cual se persignó al entrar. Esta es mi casa explicó en inglés.

También le hicieron algunos regalos; un pequeño crucifijo de marfil, un libro de oraciones y un cuadrito que representaba la Degollación de los Inocentes, artísticamente ejecutado en pergamino.

Toma las llaves de mi escritorio, que están ahí en el chaleco, abre el segundo cajón de la izquierda y saca un crucifijo de plata que hay en él... y tráemelo. Aquí está dijo presentándoselo a los pocos instantes colgando de un pedazo de cordón. Este crucifijo manifestó algo ruborizado me lo dio Maximina al separarnos: se me rompió el cordón, y esperando comprar otro, lo guardé en el escritorio.

Respondiendo sólo con una profunda inclinación de cabeza, obedeció Fray Miguel; bajó del camaranchón antes que el Padre Ambrosio, y despidiéndose de él atravesó los oscuros claustros, levemente iluminados por la luz de las estrellas y por una lamparilla que ardía ante un crucifijo pendiente del muro, y se retiró a su celda, todo conmovido por los mil encontrados pensamientos, deseos y temores que combatían por la posesión de su alma.

También nuestros Misioneros quisieron entrar á la parte de hecho tan estupendo, asistiendo con el Crucifijo en las manos, y sin hacer caso de la vida iban delante con sus armas espirituales, no sólo en ayuda de los vencedores, sino también de los vencidos, á quienes procuraban ayudar. De los enemigos sólo seis escaparon con vida, de los cuales tres, malamente heridos, quedaron prisioneros.

En la muy Noble y muy Leal Ciudad de la Santísima Trinidad, Puerto de Santa María de Buenos Aires, á 24 de Mayo de 1810: estando congregados á la hora señalada en su Sala Capitular los Señores del Exmo. Cabildo Gobernador, y colocados bajo de docel, con sitial por delante y en él la imágen del Crucifijo y los Santos Evangelios, comparecieron el Exmo. Sr.

El más concurrido se levantaba frente a la iglesia de Santiago. Dirigíalo un morisco a quien llamaban el Nazareno, por su semejanza quizá con algún Crucifijo muy barbado y negruzco de las ermitas. A las diez de la mañana o a las seis de la tarde, caía a aquel figón toda clase de gentes.

Se retiró un instante y volvió trayendo el crucifijo de bronce, que me pasó al través de las rejas. Al tomarlo me apoderé de aquella mano morena y firme y la besé cuantas veces pude con voraz glotonería. ¡Basta, chiquillo! ¿Crees que se va a concluir de aquí a mañana? Me retiré de la reja con pena, ebrio de amor y de alegría.

Palabra del Dia

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