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D. Alfonso Danvila, joven tan inteligente como laborioso, que apenas cuenta aún veinticinco años, y que ya nos ha dado en su Don Cristóbal de Maura un extenso trabajo histórico de muy erudita y diligente investigación y de sana crítica, se ha hecho cargo sin duda de lo que acabamos de afirmar sobre nuestra indeleble fisonomía castiza, aun en la clase más extranjerizada, y ha compuesto y publicado la novela titulada Lully Arjona, la cual es, en mi sentir, muy española, aunque nos pinta y describe la vida, usos, costumbres, amoríos y demás pasiones de la clase susodicha.

¡Mi sobrino!... dijo el cocinero del rey ; yo no tengo sobrinos; llevad bien esa ánade, Cristóbal. ¿Sois vos el señor Francisco Martínez Montiño? dijo Juan Montiño adelantando. , por cierto, que así me nombro contestó el cocinero del rey dando á otro lacayo otro plato, y sin volverse á mirar á quien le hablaba.

Cristóbal de Morales escribió una segunda parte de la comedia anterior con el título de La estrella de Montserrat, conservándose también diversas comedias suyas, principalmente religiosas. Jacinto Cordero, llamado generalmente el Alférez, que según parece escribía ya para el teatro á principio de este período, por cuya razón debió acaso ser nombrado en el tomo anterior.

La poesía dramática había llegado entonces en Valencia á grande altura por los esfuerzos de los eminentes poetas Cristóbal de Virués, Francisco Tárrega, Gaspar Aguilar y Guillén de Castro, y ofrecía sobrados alicientes á Lope para ceder á su inclinación á cultivarla.

A Sebastián Bach le fue casi tan difícil como a Haendel aprender la primera música, porque su hermano mayor, el organista Cristóbal, tenía celos de él, y le escondió el libro donde estaban las mejores piezas de los maestros del clavicordio.

En todo este elogio, no hay la menor censura sobre la moral de la reina, sino profunda admiración al buen éxito de sus empresas: envidia casi, no porque Felipe II hubiera sido más cruel y más tirano, sino porque fue menos hábil. La vida de D. Cristóbal de Moura, y por consiguiente, el libro del Sr. Danvila, se extienden aun algunos años por el reinado de Felipe III.

Menester fue, sin duda, que D. Cristóbal tuviese salud de bronce, voluntad firme y extraordinario vigor de alma y de cuerpo para resistir la fatiga, dominar el asco y no amilanarse ante el horror de la espantosa escena que presenció y en que tomó parte durante cincuenta y tres días.

Goméz Rascón, de Palos. Cristóbal Quintero, de Palos. Juan Quintero, de Palos. Diego Bermúdez, de Palos. Francisco García Vallejo, de Moguer. Francisco García Gallego, de Moguer. Pedro de Arcos, de Palos. CARABELA NI

En todo lo cual, si supo don Cristóbal desplegar las más raras dotes de talento y de carácter para sostener su crédito y su importancia, no debe negarse tampoco que Felipe III y su valido el duque de Lerma fueron consecuentes y estuvieron acertados.

Su elección quedó hecha en un momento y se dirigieron, entrelazadas las manos, hacia la luz, en busca del amor, abandonando ella para siempre el claustro, olvidados ambos por el momento de sus pasadas tristezas. El anciano padre Cristóbal bendijo poco tiempo después su unión en la iglesia del Priorato de Salisbury.