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Se agrega el producto de la saponificación, en tres veces se hace la mezcla, y luego, según el color que se desee, se añade 1 por 1.000 de cristalina, 1 por 1.000 de sosautilina o de benzo azul, etc. JABÓN PARA AFEITARSE. En un litro de agua se ponen a hervir tres limones cortados en rajas, tamizándolos y exprimiéndolos bien.

Flora y Pales han prodigado sus tesoros en aquellos sitios. Arroyos de agua cristalina fecundan por donde quiera el suelo y dan grata frescura al ambiente, embalsamado por la esencia olorosa de una vegetación exuberante.

Los campesinos de la comarca que pasan con frecuencia cerca de él, le llaman el Bebe-todo, porque bebe en efecto, todas las lluvias que podrían fertilizar los campos. El agua caída en la llanura que la tierra se niega á embeber, corre hacia el agujero en pequeñas corrientes, coloreadas por la arcilla, para reaparecer luego en la fuente, cuya cristalina pureza enturbia durante algunas horas.

Eran grandes, con pestañas largas y un negro de azabache: el iris acero gris, poseía una cristalina claridad y transparencia, a través de la cual la pupila negra azabache se veía expandirse y contraerse, con toda sombra de pensamiento o de emoción.

En fuente cristalina no arrojes nunca piedras; Contémplala y exclama: ¡Oh, quién fuera tan puro!

Majestuosas montañas se levantaban no lejos de la costa, y desde los manantiales que brotaban en lo alto, por entre las rocas, descendían por la agria pendiente arroyos de agua cristalina y hasta caudalosos ríos de rápido curso. Selvas de lozana y frondosa vegetación, que en algunos puntos las hacía impenetrables, se extendían por donde quiera y venían avanzando hasta la orilla del mar.

No observaban, por ejemplo, que sus ojos estaban velados á la continua por una humedad cristalina que los hacía más brillantes y tiernos y que sus labios, en cambio, se hallaban casi siempre secos.

¡Oh calor de la siesta filipina, calor de corazón, calor de fragua, en que hierve en la copa cristalina, con temblores estuosos, hasta el agua! Una suave molicie que alucina irrumpe en nuestra carne, y la cabeza, como agobiada de sopor, se inclina florecida de rosas de pereza. Hay como una decadencia en las pupilas húmedas de pasión; y mientras fiera la luz solar sobre las cosas arde,

Mientras lloro ausencias y muertes Reclina la cabeza sobre las piedras que te circundan. Yo soy aquél, que rendido de cansancio Llegó a ti, con el rostro oculto entre las manos Derramando lágrimas que empañan tu pureza cristalina A confiarte tu pesares; porque sola contestas a tus lamentos. A escuchar las armonías que producen tus cascadas.

Por lo mismo, y cediendo a un laudable sentimiento de conservación propia, voy a meterme de nuevo en la cama y a buscar la vida en el sueño. Porque, si la vida es sueño, el sueño debe ser vida. Y esto es tan exacto, como que, si la vida del hombre son las ilusiones, nada más comparable a la vida que el hermoso sueño de un sediento que cree estar echado de bruces sobre una fuente cristalina;