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Actualizado: 26 de junio de 2025


Como mujer de Estado, tenía satisfecha su vanidad, creyéndose uno de los primeros y más importantes resortes del gobierno. Como mujer particular, había pasado de la edad de las pasiones, gozaba del respeto y de la consideración de todo el mundo, y pasaba la parte de vida que la dejaban libre los delicados deberes de su alto cargo, rezando, leyendo vidas de santos ó durmiendo.

Raquel, anonadada, palpando en la actitud de Adriana algo inquebrantable, ya no respondió una palabra. Sin embargo, no dejó de espiarla, para encontrar acaso la oportunidad de una última tentativa. Sorprendió en ella indicios de pánico. Más de una vez pudo observarla que se arrodillaba, creyéndose sola, y que oprimiendo contra el pecho un crucifijo, parecía pedir una inspiración al cielo.

Era de ver aquel viejo de cascos ligeros, tonto y baboso, que había vivido dominado por una vieja perversa casi toda su vida, al lado de una criatura, llena de vida, de juventud y de belleza, creyéndose capaz, el pobre, de haberle inspirado una pasión.

El comandante Pierrefonds vivía desorientado, dudando de sus sentidos, creyéndose algunas veces juguete de «la loca de la casa» que también llevaba en lo más alto de su cuerpo, como todos los seres humanos, pero que hasta entonces había vivido dormitando y ahora empezaba á atormentarle con sus jugarretas. Tenía la seguridad de que el maestro había hablado de él en su discurso.

Sin embargo, nos place mostrarnos benévolos, y calificar de progreso real esta mudanza; pero ahora preguntamos: ¿en qué otra parte verdadera ha corregido Corneille el original, creyéndose naturalmente superior al poeta español, y con suficiente capacidad para mejorarlo?

Pues bien: en aquella playa, levantado por el torbellino, indudablemente á grande altura, cayó con horrorosa pesadez y fué aporreado, derrengado, dislocado, quedando en aquel sitio como un cadáver. ¿Qué se hicieron sus tripulantes? No se encontró la menor traza de ellos, creyéndose que tal vez todos habían sido barridos de sobre cubierta.

Es una hembra impulsiva, con las pasiones sin educar, que siembra el mal ignorándolo muchas veces, pues toda su atención la pone en ella misma, creyéndose el centro de lo existente. Si fuese rica tal vez sería buena; pero no conoce la modestia y es incapaz de aceptar el sacrificio. ¡Desea tantas cosas y tiene tan pocas!...

Rosa, aunque avergonzada algunas veces, cuando las caricias subían de punto, y mostrando también cierta vaga inquietud que ella misma no se explicaba, las acogía con agradecimiento, creyéndose simplemente la preferida de su tío, o la que más había simpatizado con él. No observaba la infeliz que no se las prodigaba tan frecuentes y vivas a la vista de los demás como al hallarse solos.

Ya he dicho hasta qué punto llegaba la exaltación de mi tía, partidaria resuelta de la guerra con toda la buena fe de su alma, creyéndose una matrona griega, hija de la invicta Buenos Aires, de la Atenas del Plata y de quién yo qué más. La batalla de Pavón había tenido lugar el 17 de septiembre de 1861, y la victoria produjo en Buenos Aires un entusiasmo indescriptible.

Los ladrones cogidos habían hecho declaraciones importantes. Los tulisanes serían indultados, y la tercera parte del botin les correspondería. La señal debiendo ser un cañonazo, y habiéndolo esperado en vano, los tulisanes creyéndose burlados,unos se retiraron, otros volvieron á sus montañas prometiendo vengarse del español, que por segunda vez había faltado á su palabra.

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