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Actualizado: 20 de junio de 2025


Ya , ya sobrina, la idea prueba que ama a mi hija; pero, creeme, la olvidará muy pronto, y cuando vuelva, trataremos de que su corazón no se equivoque más. ¿Entonces, tío, pensáis, que un hombre puede querer dos veces en su vida sin ser un fenómeno? El señor de Pavol me acarició las mejillas, mirándome con una conmiseración provocada tanto por mi pesar como por mi inexperiencia.

Volvámonos desde mañana, desde hoy, si es posible, a Sevilla. Puede que hasta te lo agradezca yo mucho... Créeme, papá, porque te lo digo de todo corazón... ¡Eso es! dijo Bermúdez casi aplanado ya , huidos... ¡huidos, Nieves!... ¿Y de qué... o de quién, hija mía? ¿Del pobre mejicanillo? Tiene muy poca sombra ese para infundirte tanto miedo.

Créeme: estos aires no son los mejores para hacer sangre honrada a los niños. ¡Ah, si yo pudiera hacer correr los años a mi gusto! Pero en tu mano está purificar los aires, que es lo mismo. ¡Tunante! ¿Por qué me lo llamas? Porque lo eres..., con algo más que no quiero llamarte ahora, porque te lo está llamando la conciencia con mejor derecho. ¡Injusta!

Date el tuyo, defiéndeme con indulgente habilidad de los que me censuren y créeme siempre tu afectísimo amigo y pariente, Juan Valera En el claustro

¿Y con esas teorías, y con esos... hígados dijo Verónica levantándose y dando a su amiga unos golpecitos en cada mejilla con el abanico cerrado , te me andabas con melindres al comenzar a hablarme de tu casamiento, como una colegialilla ruborosa? Pues, créeme respondió Sagrario, levantándose también : así y todo, me costaba empezar.

No, y, sin embargo, crees en el telegrama que te llena de gozo. Pues así es la gracia: maravilloso su origen, secreto su camino; su fin, dulcísimo. Créeme, hermano, el hombre sin la idea de Dios, es aspa de molino sin viento que lo mueva, fuego sin aire que lo sople.

Créeme, Juanita: prestándote los ocho mil reales nos exponemos a quedarnos sin ellos, y además a perder otro veinticinco por ciento, o sea, otros dos mil reales, que hubiéramos ganado dando a los ocho mil más lucrativo empleo; pero, en fin, ¿qué se ha de hacer? Mi señor esposo pierde la chaveta cuando ve un palmito como el tuyo.

Confirméselas sólo con mirarle, y se precipitó desolado en el gabinete. Luz le dijo, en cuanto le vio, contemplándole con la cara envuelta en una celeste sonrisa: » Créeme: vale más que lo que habíamos pensado, lo que va a suceder pronto. Me duele dejarte, porque tampoco estás aquí en tu sitio; pero ya nos hallaremos donde debemos hallarnos, y esto me consuela.

Todo el año es invierno para uno; todos los celajes obscuros; todas las esperanzas negras, ¡muy negras! , que asomas ahora, hija mía, por las puertas de la vida, y porque, comparándolo con lo poco que llevas andado, se te figura que es interminable el camino que te falta por andar, no te dejes seducir de esta ilusión. Porque es una ilusión, nada más que una ilusión: créeme a .

En las novelas, Francisca, pero en la vida... En la vida pasa como en las novelas... Créeme, Magdalena, he leído bastante para conocer la materia... ¿Crees entonces?... pregunté un poco influida por la convicción de Francisca. ... Con tus ideas y tu educación, tenía que suceder... ¡Ah! Magdalena, la solterona se transforma en una enamorada... Es graciosísimo... Sonreí débilmente.

Palabra del Dia

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