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Y tomando el cuchillo por el cuerno, picóle con la punta y asomándole a las narices, trayéndole en procesión por la portada de la cara, meciendo la cabeza dos veces, dijo: -Conforta realmente, y son cordiales. Que era grande adulador de las legumbres.

Cuando acudimos a donde estaba mi amita, la encontramos: tan grande era su dolor, que los cariñosos padres no pudieron calmar su espíritu con ingeniosas razones, ni atemperar su cuerpo con los cordiales que traje a toda prisa de la botica. Confieso que, profundamente apenado, yo también, al ver la desgracia de los pobres amantes, se amortiguó en mi pecho el rencorcillo que me inspiraba Malespina.

A las cuatro estaba en la plaza de la Concordia, con la cara en alto y los ojos bien abiertos, al lado de otras gentes unidas á él por cordiales relaciones de compañerismo. Eran como los abonados á un mismo teatro, que en fuerza de verse acaban por ser amigos. «¿Vendrá?... ¿No vendrá hoyLas mujeres parecían las más vehementes.

Muchos días buenos salía de pesca o de paseo; otros iba de caza o montaba a caballo. Esta vez no había traído más que dos, uno de tiro para un tílburi, y otro magnífico de silla. El secretario, cuando iba de paseo, montaba en uno que don Rosendo había puesto a su disposición. Con la familia de éste mantenía cordiales relaciones; pero sólo había ido a Tejada tres veces en quince días.

En el teatro les vereis aplaudir con entusiasmo, aunque no siempre con criterio; en el baile, cordiales y contentos; en la mesa expansivos; en el carnaval hechos locos y muy espirituales en sus sátiras y disfraces. Donde mas se revela el espíritu de asociacion del Catalan es en el casino ó el café. El catalan no se resigna jamas al aislamiento.

Si no nos gusta o no nos conviene desde luego no nos conviene si no nos gusta debemos hacérselo notar desde el principio con palabras cordiales y cariñosas con cultura exquisita, sin deprimirle en forma alguna, poniendo disculpas que lo eleven a sus propios ojos y mezclando así la desesperanza o desengaño con el consuelo.

Milagros se despidió de D. Francisco con las frases más cordiales y caramelosas que había pronunciado en su vida. «¡Oh!, ¡qué mujer tiene usted! Dios le ha mandado uno de sus arcángeles predilectos. No se queje usted de su mal, querido amigo, pues eso no vale nada, y pronto sanará.

Fueron tantas las cordiales zalamerías de la muchacha, que la preocupación de que él pudiera ser estorbo se le borró por completo del magín y acompañó a ambas mujeres durante toda la velada, siendo el cuarto personaje del grupo. Ya paseaban los cuatro, ya se sentaban en los bancos de piedra que hay en la plaza.

Pero aún hay más: a todo esto ha añadido una ofensa cruel, que indica hasta qué punto tiene olvidados los más sagrados deberes filiales. Permítame Vd. que le haga una sola observación. Me consta que las relaciones de Vd. con Pepe no son tan cordiales como debieran... Yo le quiero con toda mi alma, y nada puedo creer de lo que Vd. me dice. Es preciso que yo le hable... Después, veremos.

Quería restablecer las cordiales relaciones de otros tiempos; hacerse perdonar todo lo pasado; que ella no le mirase con odio, creyéndolo responsable de la muerte de su hijo. En realidad era la única mujer que le había amado sinceramente, como ella podía amar, sin brusquedades y exageraciones pasionales, con la tranquilidad de una compañera. Las otras no existían.