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Absorta en dicha lectura se hallaba doña Luz, cuando, como ya hemos dicho, entró a verla doña Manolita. Se besaron, se abrazaron, se dieron los más cordiales buenos días, y luego habló la hija del médico: Hija mía, eres la primera que ha de saberlo. Lo sabrás antes que mi padre. ¡Gran novedad! Mis peleas con Pepe Güeto han dejado de ser escaramuzas. La ira de ambos ha llegado a su colmo.

Nos dimos cita para encontrarnos en Burgos ó Bilbao, cambiamos algunos abrazos muy cordiales, y tomamos direcciones opuestas. La diligencia volvió á servirme de prisión desde Córdoba hasta Madrid, en un trayecto de 350 kilómetros, despues de haber dado la vuelta á las Andalucías.

Junto á los criminales y depravados había hallado también hombres de corazón valiente, amigos cordiales, un noble jefe cien veces más útil á su país y á sus compatriotas que el virtuoso abad de Berguén, cuya vida transcurría olvidada y monótona de año en año, en un círculo mezquino, rodeado de aquellos monjes que rezaban, comían y trabajaban sosegadamente, aislados del resto de los mortales y como si en el mundo no hubiera más habitantes que ellos ni más horizontes que el de los terrenos de la abadía.

»Una circunstancia muy triste para me obliga a escribiros hoy. Estáis persuadidos, no lo dudo, de que os quiero mucho y de que mi corazón no tiene deseo más vivo que el de conservar con vosotros y vuestros hijos las relaciones más cordiales. Desde que estoy en el mundo, no os he hecho más que bien, no os he atestiguado otra cosa que afecto y vosotros me habéis correspondido siempre.

El marquesito y Cirilo, al verle, se pusieron en pie y sus ojos no pudieron menos de expresar la sorpresa y la inquietud. El mismo Tristán, a pesar de hallarse bajo el peso de un desengaño doloroso, miró con estupor a aquel extraño personaje. Reynoso lo presentó con palabras afectuosas y cordiales, desvaneciendo la primera desagradable impresión.

Los aplausos, que se dispensaban á las obras dramáticas eran, por necesidad, muy diversos de los de nuestros días, y más generales y cordiales; no provenían de distintas clases sociales, ni de las más elevadas, ni de las más bajas del estado, de los críticos ni de la ignorante muchedumbre, sino que el pueblo entero unánime las honraba y las aplaudía; entre los autores y los espectadores había una íntima y alternada correspondencia, que estimulaba á los primeros y elevaba á los segundos; un fuego vital, más libre y más enérgico, que excitaba y promovía todo progreso saludable, y que anulaba toda tendencia defectuosa, daba calor incesante á todo el arte dramático, alcanzando de esta suerte el teatro su carácter más sublime, esto es, el de ser una institución nacional, maestro y modelo del pueblo, copia y á la vez tipo más perfecto del espíritu nacional.

Una de sus primeras visitas fue para el templo donde brillaba la señorita Victorina Tompain. ¡Allí que se le tributó un recibimiento entusiasta! ¡Con qué amistosa curiosidad corrió todo el mundo a su encuentro! ¡Qué dulcísimos dictados! ¡qué apretones de manos tan cordiales! ¡Cuántos labios hechiceros se alargaron hacia él, en forma de tentador hocico, para recibir un beso amistoso, sin la menor consecuencia!

Con Jacinto no se llevaba mal, y con esto queda dicho que, si sus relaciones no eran cordiales, tampoco estaban a matar.

Las relaciones de Isidora con las hijas de su padrino, si cordiales al principio de la vida común, fueron enfriándose poco a poco. Isidora no disimulaba bien su idea de la inferioridad de Emilia y Leonor, ya en posición social, ya en hermosura, buen gusto y maneras de presentarse.

Jamás habían vertido los ojos de la joven lágrimas tan cordiales ni tan copiosas como las que entonces corrieron a lo largo de sus mejillas, ni su pecho se había sentido agitado por tan hondas impresiones como las que la dominaban mientras el amoroso anciano estampaba en su frente, inclinada hasta tocar su boca, un beso trémulo, convulsivo, frío como la losa de un sepulcro.