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El golfo se coloreaba de rosa, como si creciesen en sus entrañas, bajo los rayos oblicuos del sol, inmensos bosques de corales. El azul del cielo también se tornó rosado, y las montañas se incendiaron al reflejar el astro agonizante. El penacho del Vesubio era menos blanco que en la mañana. Su columna nebulosa, rayada con estrías rojizas por la luz moribunda, parecía reflejar el fuego interior.

París está edificado con infusorios; una parte de Alemania, descansa sobre un mar de coral, hoy día amortajado. Infusorios, corales, testáceos, todo es cal, creta, pues, sin cesar, la extraen del mar. Mas, los peces que devoran el coral, lo expelen en forma de creta, restituyendo ésta á las aguas de donde ha salido el mar.

Las alhajas animadas del Océano, peces y corales, brillaban con colores propios que eran reflejos de su vitalidad. Su verde, su rosado, su amarillo intenso, sus iris metálicos, tintas jugosas eternamente barnizadas por un charol húmedo, no podían subsistir en el mundo atmosférico.

La tierra está en canteros, rodeados de acequias, por donde corre el agua clara, haciendo a los canteros como islotes. Uno está lleno de pensamientos negros; y otro de fresas como corales, escondidas entre las hojas verdes; y otro de chícharos, y de espárragos, que dan la hoja muy linda. Hay un cantero rojo y amarillo, que es de tulipanes.

No, la del pañuelo negro y corales en la garganta... la que ahora se despide, mire usted. ¡Ah, !... la hija de Tomás el molinero... No piense usted en ella, D. Andrés... (bajando la voz y en tono confidencial). Yo le daré a conocer otras mucho más amables en cuanto usted se mejore un poco...

Quitóle el cura los corales del cuello, y mirólos y remirólos, y, certificándose que eran finos, tornó a admirarse de nuevo, y dijo: -Por el hábito que tengo, que no qué me diga ni qué me piense de estas cartas y destos presentes: por una parte, veo y toco la fineza de estos corales, y por otra, leo que una duquesa envía a pedir dos docenas de bellotas.

Vamos, no hablemos más de esto, mujercita mía; yo he estado loco y á los locos se les perdona todo; yo te compraré un justillo y una saya de terciopelo tomados de oro y collar y arracadas de corales, y te daré aquellos cintillos de diamantes que te gustan tanto.

Si el voraz diente de los monstruos marinos ha respetado las osamentas humanas, en el profundo abismo, sobre un lecho de algas y corales habrá entrelazados restos de dos seres. Entre los pasajeros venían dos jóvenes que hacía pocos días se habían jurado fe eterna al pie de los altares.

Una mujer blanca como la nube, blanca como la vela, blanca como la espuma. Su cabellera verde estaba adornada con perlas y corales fosforescentes; su sonrisa altiva, de soberana, de diosa, venía á completar la majestad de esta diadema.

Los corales, filtrando el agua á través de sus cuerpos blanduchos y mucosos, solidificaban sus duros esqueletos, para convertirse al final en islas habitables. Los seres de una diversidad desconcertante que flotaban, rampaban ó coleaban en torno de Ferragut no eran mas que agua oceánica.