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Actualizado: 9 de octubre de 2025
Queda, pues, bien justificada mi emoción al poner el primer sí donde le puse. El mismo corredor de las listas nos entregaba la víspera del baile una credencial de socio y tres billetes de convite, impresos en cartulina, con letras de oro, y rubricados por la comisión.
Estrújanse y aráñanse todos buscando un punto de apoyo para salir de aquel enredo; y poco á poco, y con grandes fatigas, van levantándose uno á uno; y renqueando y vacilando, se vuelven á poner en marcha, y llegan á un punto en que se bifurca la carretera. Allí deben separarse el tío Juan, Ogenio y dos de los intrusos. Inútil es decir que el convite se acepta y se agradece.
Los dos han encontrado natural el convite; pero yo no sé quién lo ha encontrado más natural, si Sarrió o Azorín.
La señora de Montauron, que profesaba a la soledad cordialísimo aborrecimiento, concedía a sus amigos la más amplia hospitalidad en su campestre mansión, aunque, habiendo resuelto que aquel año de 1875 marcaría el fin del celibato de su sobrino, extendió aún más sus invitaciones en esta jornada, poniendo en la confección de las listas de convite los más diplomáticos cuidados.
Reñimos en entrando el huésped: «¿Es posible que no he de ser yo poderoso para que barra esa moza? Perdone V. Md., que han comido aquí unos amigos, y estos criados...», etc. Quien no nos conoce cree que es así y pasa por convite. Pues ¿qué diré del modo de comer en casas ajenas?
Señor, responde Abdallah, dicen las gentes que es bueno estar con niños cuando truena, y yo digo lo mismo: Bueno es estar con niños cuando retumba el trueno, de copas y convite el estrépito oyendo: que gira á la redonda el escanciano bello mientras nubes coronan los árboles del huerto. ¿Ves las ramas engadas del dulce y grato peso, que el viento las menea, que brillan en el suelo?
Los días en que mi amigo no tiene convidados se contenta con una mesa baja, poco más que banqueta de zapatero, porque él y su mujer, como dice, ¿para qué quieren más? Ya se concibe, pues, que la instalación de una gran mesa de convite era un acontecimiento en aquella casa; así que se había creído capaz de contener catorce personas, que éramos, una mesa donde apenas podrían comer ocho cómodamente.
Para dar una satisfacción al mundo, a la opinión pública, desde los quince a los dieciocho o diecinueve, se representa la farsa piadosa de hacerles ver el siglo... por un agujero. Esta manera de ver el mundo es muy graciosa, mi señor don Fermín. ¿Recuerda usted el convite de la cigüeña? Pues eso. Las niñas ven el mundo, dentro de la redoma, pero no lo pueden catar. ¿A los bailes?
El dueño del convite, como para disculpar una mezquindad que en el fondo era positivo lujo, pues la producción era escasa y carísima, solía decir a sus convidados: caballeros, aceituna, una. Y así nació la frase. Ya en 1565 y en la huerta de don Antonio de Ribera, se vendían cuatro aceitunas por un real.
Imagináos qué haría Facundo en un terreno intransitable contra seiscientos infantes, una batería formidable de artillería y mil caballos por delante. ¿No es éste el convite del oso a la garza?
Palabra del Dia
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