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Actualizado: 9 de junio de 2025


Pero, si despreciando este dulce llamamiento y convite, quisieren Vds. sorprenderme, experimentarán despues el castigo rigoroso que previene nuestro Monarca en su edicto, del que remito un tanto, sacado á la letra, para que Vds. se impongan de los fines tan santos y rectas intenciones que lleva enderezadas en esta empresa.

He leido en un periódico, que una casa noble de Madrid ha dado un banquete, cuyos manjares y aderezos han sido encargados á esta ciudad. El convite se da en la corte de España, y la corte de Francia envia los platos. ¿Cómo se llama esto? ¿Qué nombre debe dársele?

En cada casa en que hay convite disponen una mesa larga en los corredores, que suele ser una tabla angosta sobre dos palos, y una mesita chica adornada a manera de altarito, con respaldo, en la que colocan alguna imagen o estampa de santo; en esta mesita ponen las viandas más finas y delicadas, como son aves, pasteles, batatas cocidas o asadas, pan, etc.

Dicen que fue porque el día del convite... no te parezca mal, que a me lo contaron así, inocentemente... te dio un abrazo uno de aquellos señores de la Samblea... y que te dijo.... ¡Me llamó Tribuna del pueblo! exclamó orgullosamente la muchacha . ¡Ya se ve que me lo llamó! ¿Yeso qué es, mujer? ¿Lo qué? ¿Eso de Tribuna del pueblo? Es... ya se sabe, mujer, lo que es.

Agora bien: a Dios y a la ventura, como decirse suele, acetemos el convite que nos hace este buen viejo, que con su casa nos convida. Y era así verdad, que un anciano morisco, casi por fuerza, asiéndolos por las esclavinas, los metió en casa, y dio muestras de agasajarlos no morisca, sino cristianamente.

Así es que cuando quería obsequiar a sus amigos, no se andaba por las ramas, y una vez en la Habana gastó diez mil duros en cierto convite que dio a bordo de su buque. También que era hombre muy sabio en la náutica. ¿En la náutica?

Gastad, gastad, y si no basta con el dinero que ahí está, os daré más. ¡Dios mio! con ese dinero basta para dar un convite de Estado en palacio. Pues bien, el oro hace milagros. Gastad sin miedo, y que la merienda esté dispuesta para las ocho de la noche. Lo estará. El tío Manolillo os llevará á la casa donde habéis de guisar y servir esa merienda. ¿Será necesario buscar vajilla?

Llegar a las aceitunas era también otra locución con que nuestros abuelos expresaban que había uno presentádose a los postres en un convite, o presenciado sólo el final de una fiesta. Aceituna zapatera llamaban a la oleosa que había perdido color y buen sabor y que, por falta de jugo, empieza a encogerse.

El sábado, al cobrar la semana los trabajadores de la bodega, el encargado les entregaba la papeleta a todos: una invitación para que al día siguiente asistiesen a la misa que costeaba la familia de Dupont en la iglesia de San Ignacio. Si la fiesta era con comunión general, el convite aun resultaba más ineludible.

Parecidos en esto a los hijos de familia, que nunca están más contentos que el día en que su padre da un convite a sus amigos, que, por lo que participan, quisieran se repitiese todos los días, sin reflexionar que lo que el padre disipa les ha de hacer falta en sus herencias. ¿Pero, para qué me canso en símiles, cuando es patente a todo el mundo que los bienes de comunidad no los miran los individuos que la componen como propios, sino para disiparlos, porque les falta la propiedad en particular?

Palabra del Dia

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