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Actualizado: 16 de junio de 2025


De resto su único oficio había sido el de estar mareada, como el de su excelente consorte el de darle copas de brandy puro, remedio que algunos consideran eficaz para el «mal de mar». Es un secreto que ninguno ha podido aclarar, si era el mar ó el brandy el responsable de la situacion; pero lo que pudo comprobarse fué que la estimable Francesa no dejó de estar en chispa un solo dia, ni una sola noche, aunque á decir verdad, era una chispa inofensiva que nunca le inspiraba sino ternura, suspiros, lagrimas de amor y recuerdos de felicidad conyugal.

Discurrieron por los salones en parejas. Migajas daba el brazo á su consorte. «¡Es lástima dijo ésta que nuestras horas de placer sean tan breves! Pronto tendremos que volver á nuestros puestosEl Serenísimo Migajas experimentaba, desde el instante de su transformación, sensaciones peregrinas. La más extraña era haber perdido por completo el sentido del paladar y la noción del alimento.

No han contado ustedes en vano con nuestra competencia en este ramo, señores, dijo con énfasis la agente consorte, y mucho me sorprendería el no poder informarles exactamente.

Nadie pudo saber ciertamente si don Miguel Saldaña se consideró feliz en su nueva situación de príncipe consorte, que le permitía gozar todos los placeres y suntuosidades de una inmensa riqueza. A uso español, quiso imponer su voluntad de marido y de varón fuerte, para impedir los excentricidades de su esposa. ¡Vano empeño!

Observaron, no obstante, que en el caletre del joven se escondía un pensamiento relativo al paradero de su consorte, y temían que este pensamiento, aunque contenido en proporciones menudas por el renacimiento armónico de la vida cerebral, tuviera el mejor día fuerza expansiva bastante para volver a trastornar toda la máquina. Pero estos temores no se confirmaron.

No seas pelmazo, hombre; ya sabes que Soledad no se divierte bailando dijo Paca á su consorte. ¿Y por qué no se ha de divertir, haciéndolo con tanto primor? insistió el señor Pepe. Pues porque no se divierte. ¿Te figuras que va uno á gozar con lo que á otro se le antoje? Bien está; pero aunque no se divierta, Soledad es muy amable y le gustará que sus amigos se diviertan.

Hízolo, en efecto, con notable maestría, en que creyeron descubrir algunos las macizas huellas del buey Apis, y cuando cesó de hablar, las miradas significativas de todos se cruzaron de uno a otro lado... El hecho era cierto: Martínez y su mesnada cantaban la palinodia, y el Grande de España consorte era el encargado de hacer llevar el reverente clamor a los oídos del monarca.

La elección de consorte es el acto más íntimo, más importante, más trascendental de nuestra vida. Debe ser también, por lo tanto, el más autónomo, el más libre, el más exento de toda ajena influencia. No hay error en una elección a gusto. Toda persona es feliz por tener lo que le agrada, no por tener lo que los demás creen que es agradable.

Estaba perfumada su estancia, y lucían en ella los primorosos presentes de sus antiguos amadores y el lujo de la plata labrada. Don Jacinto no dejó de acudir a la cita. Era ya otro hombre. Había desechado la máscara del misticismo. Hasta el recuerdo de la fealdad y de la tontería de su consorte estimulaba su liviano deseo. Para disculpar su ingratitud, brotaron de sus labios entrecortadas frases.

¡Tonto, borricote, incapaz de sacramentos! contestaba su dulce consorte desde el gabinete. ¿No ves que estás afeitado ya? ¡Pues es verdad! decía el buen señor palpándose la cara.

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