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Actualizado: 11 de junio de 2025


No pudo conocerle, pues murió en 1614 y Velázquez no salió de Sevilla hasta 1623: ni es de creer que el Greco, fuese a Andalucía o que allí viera Velázquez trabajos suyos, porque la impresión que éstos le causan no se refleja en las obras del maestro hasta mucho tiempo después: llega, sin embargo, un período en que es de todo punto indudable. Mas este influjo no degenera en imitación.

Yendo en tan buena compañía, sus enemigos fingían no conocerle. Hasta algunas veces había visto de lejos á Pimentó, que paseaba por la huerta como bandera de venganza su cabeza entrapajada, y el valentón, á pesar de que estaba repuesto del golpe, huía, temiendo el encuentro tal vez más que Batiste.

Al indio no se le conoce, dicen unos; es imposible definir ni calificar, replican otros: jamás podréis formar juicio sobre ellos, añaden los más. ¿Por qué? decimos nosotros. ¿Le habéis estudiado, ó solo le habéis visto? Si solo lo veis, ¿como queréis conocerle?

Otra, no tengo porque referirme a ella poniendo discreción en mis palabras; figura en situaciones que hacen de él un hombre público; o le conoce usted o probablemente llegará a conocerle, y no creo disminuir en lo más mínimo sus méritos revelándole a usted la modestia de su linaje.

Os afirmo por mi honor, que no; sabía que contenían un secreto de la reina, y ese secreto no me atormentaba; hubiera querido conocerle porque yo creía que la mujer á quien amaba... Mi supuesto tío tuvo la culpa de que yo creyese, por esas exageraciones, que aquella mujer á quien yo tanto amaba, era su majestad. Y sin embargo de que sentía celos, no leí aquellas cartas.

Desde que tuve el gusto de conocerle, doctor Popito continuó , llevo en mi memoria una pregunta, y aprovecho la oportunidad para que me la conteste. ¿Cómo usted, una mujer, ama á este hombre terrible que desea la derrota del gobierno femenino y que la sociedad vuelva á estar constituída como antes de la Verdadera Revolución?...

Este abuelo había sido casado con una tía del general Saldaña; y aunque Atilio no alcanzó á conocerle, hablaba con frecuencia de él como de un personaje curioso que le inspiraba cierto orgullo ó amargas ironías, según el estado de su ánimo. Era un hombre de belicoso humor y sombríos entusiasmos, que había acabado de dilapidar la fortuna de la familia, ya quebrantada por los antecesores.

Dudo que hubiera otro hombre en el mundo que dudase más de sus virtudes y que envolviese con todo el pudor de una mujer las severas perfecciones de un héroe. Yo mismo tardé en conocerle muchos años. Le creía duro y áspero, cuando no era más que justo y rígido. Eran sus gustos sencillos e inocentes como su alma. Patriarca y militar: he aquí el hombre.

Le había dicho, con unas palabras muy elocuentes, que ella no podía repetir al pie de la letra, algo parecido a esto: «Hija mía, ni aquellos anhelos de usted, buscando a Dios antes de conocerle, eran acendrada piedad, ni los desdenes con que después fueron maltratados tuvieron pizca de prudencia». Pizca había dicho, estaba ella segura.

Dichoso aquel a quien llaman las mujeres calavera, porque el bello sexo gusta sobremanera de toda especie de fama; es preciso conocerle, fijarle, probar a sentarle, es una obra de caridad. El calavera de buen tono es, pues, el adorno primero del siglo, el que anima un círculo, el cupido de las damas, l'enfant gâté de la sociedad y de las hermosas.

Palabra del Dia

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