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Actualizado: 4 de junio de 2025


Nadie te apura; gozarás más confundiendo voluptuosamente tus ojos en sus líneas y color, que en la frenética y bulliciosa carrera que te impone el guía de una sala a otra. El catálogo en la mano, pero cerrado; camina lentamente por el centro de los salones: de pronto una cara angélica te sonríe.

Beatriz se sintió desfallecer, confundiendo en el mismo transporte la resurrección del Señor y la presencia del pálido mancebo, cuyo rostro figurósele, al pronto, la faz descarnada y admirable de la Pasión. Con las últimas palabras del Evangelio, Ramiro comenzó a retirarse, lentamente.

Batiste hasta se estremeció viendo cómo la pobre Pepeta abrazaba á Teresa y su hija, confundiendo sus lágrimas con las de éstas. No; allí no había doblez: era una víctima; por eso sabía comprender la desgracia de ellos, que eran víctimas también. La mujercita se enjugó las lágrimas. Reapareció en ella la hembra animosa y fuerte, acostumbrada á un trabajo brutal para mantener su casa.

Pero el foco de donde partía el ataque, era en extremo absurdo; siempre el desventurado Aristóteles, siempre son las tres unidades las que se invocan; entre las críticas que hacen de Lope, descuellan la de que no es Plauto, ni Terencio, ni Séneca, que menosprecia la dignidad sensata del estilo trágico, confundiendo sin mesura lo cómico con lo trágico.

Sentía una angustia deliciosa; suspiraba sin apartar el rostro de la almohada para no romper la alegría que la inundaba. Se iba aletargando lentamente. Sus miembros empezaban a dormir, privados de movimiento. Una niebla se esparcía por su mente, borrando y confundiendo las imágenes. Pero su corazón latía siempre con violencia, como si toda la vida se hubiera refugiado en él.

Nepomuceno, confundiendo las cosas, y hasta las facultades del alma, se llegó a figurar que los genios alemanes eran unos sátrapas que se pasaban la vida despreciando a los seres vulgares y manoseando los mejores bocados del eterno femenino. Cuando llegó lo de las madres del tantas veces citado Goëthe, Nepo no podía menos de figurarse las tales madres como unas ubérrimas amas de cría.

Ocho años de dormir juntos, en casto contacto de cabeza a pies, confundiendo el sudor de sus cuerpos y la respiración de sus pulmones, habían acabado por infiltrar en Rafael una gran parte de las manías y aficiones de su esposa.

Dice Buffier que aun cuando no hubiese en nosotros sucesion de pensamiento, y no tuviésemos mas que uno solo, no dejaríamos de poseer la idea de duracion. Es cierto, confundiendo la idea de duracion con la simple idea de existencia no interrumpida; pero la dificultad está en que esta duracion no podríamos medirla y por consiguiente nos faltaria la idea del tiempo.

Muchas historias dramáticas de santos no ofrecen en su acción unidad, y lo extraño de su composición llega á su apogeo, confundiendo los elementos más heterogéneos; los religiosos, con los profanos; lo literal, con lo alegórico, y lo serio, con lo burlesco.

Mi padre creía que don Ulpiano era honrado y de superior entendimiento... en su honradez, pudo creer, porque mientras él vivió aquel señor no sufrió reveses de fortuna, que son los que ponen a prueba la verdadera hombría de bien: lo de considerarle como inteligencia superior no me lo explico más que por una cosa: mi padre era débil de puro bondadoso; uno de esos hombres que ni desconfian de nadie ni saben decir que no; y don Ulpiano era de carácter duro, áspero: papá confundiendo la dureza con la energía, creyó de buena fe admirar, y hasta puede que envidiase, la cualidad opuesta a la que formaba la base de su carácter.

Palabra del Dia

rigoleto

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