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Mira cómo sube, mira cómo baja. Las cinco rayas parece que están grabadas con tinta negra sobre el cielo azul, y que el cielo es lo que se mueve como un telón de teatro no acabado de colgar. Lo que yo digo expresó Jacinta riendo Mucha poesía, mucha cosa bonita y nueva; pero poco que comer. Te lo confieso, marido de mi alma; tengo un hambre de mil demonios.

El salón en que se conversa, es la excepción en Provincias; el en que se chismorrea, es enteramente la regla general... En casa de la abuela se conversa un poco... a veces; se chismorrea siempre... Con dulzura, seguramente, sin maldad y con una notoria benevolencia, pero, en fin, se chismorrea. Hasta ahora estaba yo casi excluida de esas reuniones, sin gran sentimiento mío, lo confieso.

Respondió entonces el hombre, deshaciéndose en lágrimas de consuelo y juntamente de dolor: «Confieso, Padre y Señor mío, mis pecados, que dejé mi legítima mujer y me volví á mi antigua amistad, de que fuertemente me pesa. Desapareció la visión; y vuelto en sus sentidos, se halló perfectamente sano.

Lohengrín, llegando en su barquilla para salvar a Elsa. Sólo falta el cisne... a no ser que el barbero se contente con este papel... Hablando en serio, no creía que aquí hubiese un hombre capaz de portarse así. ¡Y si usted hubiese muerto!... exclamó el joven para justificar su aventura. ¡Morir!... Le confieso a usted que al principio tuve algún miedo; no de morir, que yo le temo poco a la muerte.

Y les venero; mi pequeñez no me permite imitarlos; pero por tener ocasión de parecerme á ellos, diera toda mi vida, lo confieso. ¡Oh! si la libertad no fuera la cosa más buena, sería la cosa más bella con la memoria de tantos héroes. ¿Y esos son tus héroes? ¿Eso es lo que admiras? dijo Elías.

Y yo me alegro de haber caído á pesar de mi orgullo... Pero, te lo confieso; aunque me haga feliz tu amor, tengo momentos en que soy muy desgraciada. No puedo olvidar la posición, no ya humilde, sino deshonrosa que ocupo en esta casa. Cada una de las muestras de respeto que prodigas á tu mujer en público es una saeta envenenada que viene á clavarse en mi corazón.

Cada clase hace las cosas á su modo; pero confieso que las vanidades de la feria me parecen mas excusables que las de las procesiones. Cristo y la Vírgen deben de incomodarse mucho en el cielo, al ver el modo como se les adora públicamente en la tierra. El primer tren de Sevilla a Córdoba. Un marques comunista. La provincia de Córdoba, Aspecto de la capital; su poblacion y su estadística.

En aquella hora peligrosa no le he parecido á usted heroico, querida prima; confieso que en parte ha tenido usted razón. Hubiera podido mostrarme más caballeresco y colocarme más resueltamente al lado de usted, pero hay que tomar las personas como son.

Ella tiene un carácter angelical. Llena de bondad y sencillez, es capaz de vencer las sugestiones de todo hombre que no sea un vil ó un libertino. Le confieso á usted que, por último, fué tal la fuerza que en tomó el primer sentimiento afectuoso y compasivo que me había inspirado, que concluí por amarla.

Con vergüenza lo confieso: sentí cierta pena de verle sano y salvo; pero diré también en descargo mío que aquella pena fue una sensación momentánea y fugaz como un relámpago, verdadero relámpago negro que obscureció mi alma, o mejor dicho, leve eclipse de la luz de mi conciencia, que no tardó en brillar con esplendorosa claridad.