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Actualizado: 12 de junio de 2025


Eva es la que tiene la culpa de la falta de igualdad que hay en el mundo, y los que pasamos la vida rabiando para servir y engordar á los otros debemos maldecir á la primera mujer por la esclavitud á que nos condenó. Pero ¿qué cosa mala no han hecho las mujeres?

Al otro dia ahorcáron al gran visir; y al tercero su sucesor, que no fue ahorcado hasta de allí á un mes, me condenó á la misma multa por haber cenado con el patriarca griego: de suerte que me en la triste precision de no freqüentar la iglesia griega ni la latina.

Algunos meses despues, el capitan general era reemplazado por Don Manuel de Guevara Vasconcelos, quien haciendo un uso inhumano de las ámplias facultades de que iba investido, condenó á ser ahorcados y descuartizados á seis de los principales conspiradores.

Como no podían ver gota con aquellos parches, sorprendiólas un día la madre Petronila, que era un vinagre, y después de darles muchos coscorrones, las condenó á no comer ni jugar aquel día, ¡Qué horas pasaron las pobres!

No faltó quien murmurase que los curas, por malvados que fuesen, tenían siempre en los labios estas palabras. El presidente le respondió con su acritud acostumbrada: Bueno; más adelante le juzgará Dios. Por lo pronto van a juzgarle a usted los hombres. El tribunal de los hombres le condenó a catorce años, ocho meses y un día de reclusión.

3 Y el rey de Egipto lo quitó de Jerusalén, y condenó la tierra en cien talentos de plata y uno de oro. 4 Y constituyó el rey de Egipto a su hermano Eliacim por rey sobre Judá y Jerusalén, y le mudó el nombre en Joacim; y a Joacaz su hermano tomó Necao, y lo llevó a Egipto.

No lo ; yo no lo había notado, lo confieso, pero ya me voy inclinando a su parecer. Estas escenas nocturnas.... Son los nervios, Quintanar. Pues guerra a los nervios ¡caracoles! ... Nada; fallo; que debo condenar y condeno esta vida que haces, y desde mañana mismo otra nueva.

Ahora que presiento una desventura, veo que es pecado lo que yo no creía que lo fuese. Yo misma me examino, me juzgo y me condeno. Mira, Paco: yo he creído que un hombre me amaba, y, aunque no pagaba su amor, me complacía y me enorgullecía de que me amase. Su amor estaba de tal suerte refrenado por el respeto, que jamás se mostró en palabras. Yo le adivinaba; no le veía.

Veo, además, que habéis pecado tanto por el dinero, que desde ahora, sin que os confeséis, puedo deciros... ¡Qué! ¡señor! Que si no reparáis el mal que habéis hecho, os condenáis. Estremecióse todo Montiño. ¡Que me condeno! exclamó. Irremisiblemente. ¿Y qué he de hacer, qué he de hacer, padre? Fray Luis miró profundamente al cocinero mayor.

Se hizo chacota de Julián, y, en penitencia de su torpeza, se le condenó a asistir inmediatamente, cansado y todo, a la espera de las liebres. La luna de aquella noche de diciembre semejaba disco de plata bruñida colgado de una cúpula de cristal azul oscuro; el cielo se ensanchaba y se elevaba por virtud de la serenidad y transparencia casi boreales de la atmósfera.

Palabra del Dia

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