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Actualizado: 19 de mayo de 2025
Uzté no habrá oído cantar una rata, ¿verdá uzté? Pues no se mueva, que ahora mizmito la va a oír. Manejaba la guitarra con singular maestría, y después de haberla rasgueado y punteado buen rato, comenzó a cantar en voz baja un tango que no había sido inventado precisamente para los oídos de las religiosas. O no comprendieron el torpe sentido de sus palabras, o lo disimularon.
¡Inmutable ley es, que el corazón no dejará de latir mientras haya vida! ¡La tisis ocupará siempre un rincón en las salas de incurables! Los médicos que asistían á Lola, comprendieron bien pronto que la terrible enfermedad se incubaba en su vida. La ciencia creyó que lo mejor para la enferma sería el campo y las puras y frescas brisas.
Mas he aquí que en lo más recio de esta alegría turbulenta aparece D.ª Carolina. Nada más que con mirarla comprendieron Mario y Carlota lo que había. Traía la cara larga, larga como si viniese de un entierro. ¡Ay, sí, el entierro de las esperanzas de Mario!
No cumplió Tirso sus amenazas, ni se alteró más, por entonces, la tranquilidad de la casa; pero ambos hermanos comprendieron que aquella calma, violentamente obtenida por la energía de uno y la aparente sumisión de otro, no era paz definitiva, sino una tregua pasajera. «Querido Pepe: Figúrate lo disgustada que estaré: hace cuatro días que no nos vemos, y rabio por reñir contigo.
En los pueblos pequeños, donde la gente se pega de palos y bofetadas, la frialdad, la corrección y la gravedad de los duelos produce asombro y terror. Lo primero que se les ocurrió fué que don Rosendo deseaba matar a alguno. Sólo después de mucho tiempo comprendieron la razón de aquel aprendizaje. Don Rosendo lo tomó con el ardor y seriedad que merecía.
Al saber luego que yo había desaparecido, comprendieron el plan del poderoso enemigo nuestro. Al ver a Machín de nuevo, comprendí que se había declarado entre los dos una guerra a muerte. El, con su dinero y su influencia, podía hacerme mucho daño; yo tenía de mi parte a casi todos los pescadores y marineros dispuestos a defenderme.
Las expediciones navales de D. Alfonso V de Aragón al reino de Nápoles, mediado el XV; la guerra de Granada emprendida por los Reyes de Castilla y Aragón, y en ella el sitio de Málaga, en que se emplearon fuerzas navales; la armada que fué á Italia con Gonzalo Fernández de Córdoba; la que se dispuso para el viaje de D. Fernando á Nápoles en 1506; por fin, las escuadras que acometieron á Berbería en 1505 y 1509, comprendieron á la época en que se realizó el descubrimiento de las islas oceánicas, y fijando límites entre los que no fueron notables los adelantos y variaciones de las armas; ofrecen alguna enseñanza.
Era guapetona, alta y garbosa, mujer de un papelista, y la inquilina más ordenada, o si se quiere, más pudiente de aquella colmena. Vivía en una de las habitaciones mejores del primer patio y no tenía hijos propios, razón más para que Jacinta simpatizase con ella. En cuanto se vieron se comprendieron.
Cuando aparecieron en la ruinosa fachada de la casa paterna los cartelones anunciando, en letra muy gorda, la subasta, Pablo Aquiles y Casilda comprendieron que había que marcharse; buscaron una casa pequeña y modesta, recogieron lo poco que quiso dejarles Gregoria, y salieron ambos del hogar de sus padres, como tristes desterrados. La visita de Bernardino Esteven es digna de ser contada.
Los isleños comprendieron que su ruina era cierta de continuar en actitud de guerra, y aparentemente desistieron, enviando emisarios á los españoles, con presentes de conchas y tortugas como símbolos de paz, pidiendo perdón por los hechos pasados, y prometiendo ciega obediencia para lo sucesivo. Esto acaeció á 13 de Noviembre de 1673.
Palabra del Dia
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