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Actualizado: 5 de junio de 2025
Puesto que la señorita Guichard se daba cuenta de su estado, todavía era posible curarla. Si se la dejaba entregada á sí misma, los irresistibles impulsos de su carácter batallador la arrojarían á cometer excesos que serían causa de cuidados y penas para Mauricio y Herminia. Era preciso á toda costa apoderarse de ella.
El corazón de Juan late violentamente. Surge del fondo de su alma el presentimiento de que van a cometer una falta. La cosa quedará entre nosotros, Juan, dice Gertrudis en tono zalamero. El cierra los ojos. ¡Qué hermoso sería tener un secreto con ella!
Tendré que inventar una mentira. ¡Bah! una más, ¿qué importa?... Y los otros allá... a sus anchas.... Podrán, si quieren, cometer sus torpezas delante del mismo idiota del marido.... Oh, ¿quién es aquí el marido? ¿Quién es aquí el ofendido? ¡Yo, yo! que siento la ofensa, que la preveo, que la huelo en el aire... no él que no la ve aun puesta delante de los ojos...».
Por las señales, no solamente había notado Nieves el suceso que tanto le había preocupado a él, sino que le había parecido muy mal, claro: como tenía que parecerle; como que había sido la mayor gansada que podía cometer un hombre acompañando a una señorita.
Este número de personas, en el plazo de seis meses, dia por dia, no han visto cometer ni siquiera un robo, ni un asesinato, ni una herida, ni una disputa. Esta reflexion aislada y sin comentarios, habla muy alto: agreguemos otra que aumenta su importancia. El proletarismo es la plaga social de Suiza, abundan por todas partes los mendigos....
Al fin, cuando terminamos, y juntos atravesamos el gran hall para volver a la biblioteca, le dije: ¿Va a permitir que el desgraciado incidente de anoche pase inadvertido? Si lo hace, me temo que ese hombre pueda cometer otro atentado contra su vida. Será ciertamente mucho mejor que sepa, una vez por todas, que yo he sido testigo de su infame cobardía. No respondió en voz baja y dolorida.
Pensó que le había matado y huyó despavorida por la mina y quedó envuelta al instante en completa oscuridad. Sin embargo, marchaba, marchaba siempre. No pensaba en su situación, sino en la muerte que acababa de cometer. Pero las tinieblas se espesaban y sus pies iban dando tropezones, hasta que al fin cayó. Alzóse y siguió marchando y volvió á caer y tornó á levantarse.
En resumen: don Juan llegó a convencerse de que la Providencia, o su buena suerte, le habían deparado un regalo digno del más afortunado mortal; pero un regalo al cual era imposible renunciar sin cometer una verdadera canallada.
Pero el lazo que le unía a su esposa, continuaba firme, inalterable. El vivo sentimiento de adoración y de deseo que le había hecho cometer la primera vileza de su vida, no se apagaba. Por mucho que se alejase, por excéntrica que fuese la órbita de su vida, Ventura le retenía con los rayos de su belleza, seguía fascinando como antes sus sentidos. Lo adivinaba muy bien Cecilia.
Pensó en su familia, en las desgracias y peligros que le rodeaban, en la dificultad de volver á encontrar á los suyos... Como si la música tirase de él, descendió poco á poco al piso bajo. ¡Qué artista aquel hombre altivamente burlón! ¡Qué alma la suya!... Los alemanes engañaban á primera vista con su exterior rudo y su disciplina, que les hacía cometer sin escrúpulo las mayores atrocidades.
Palabra del Dia
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