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Actualizado: 12 de junio de 2025


El se encargaría de avisar a su casa para que no lo esperasen. Otra vez Gallardo hizo un gesto angustioso; pero se tranquilizó con la mirada del apoderado. ¡Descuida! murmuró éste al ir hacia la puerta . ¿Crees que soy un chiquillo?... Diré que comes con unos aficionados de Madrid.

Si yo como la torta al pie del lar, la comes también, porque no te mantienes del aire, y si das garrotazos en las romerías, garrotazos sacudo yo cuando se tercia. Vete solo si quieres, que no será Quino de Entralgo quien te lo estorbe. Iba á contestar Nolo con otras pesadas palabras; pero el intrépido Celso de Canzana, temiendo que la disputa llegase á pelea, se apresuró á intervenir.

La prueba la tienes en tu estado actual; ya ves cómo te repones por días; duermes perfectamente ahora; comes con bastante apetito... ¡calcula cómo estarás dentro de un mes!

Y entrando en la cueva y viendo a Catalina agazapada en un rincón pelando una patata, la sacudió violentamente, gritándole con voz aguda: ¡Idiota! ¿No oyes nada? ¿No tienes miedo? ¡ comes, bebes, gritas, y eso te basta! ¡Oh! ¡Qué monstruo!

«Y , linda mocosa, ¿no comes? añadió la vieja . ¿O es que te has vuelto tan pava y tan persona decente que no te gustan estos guisos ordinarios? Vamos, que para otro día te pondré alas de ángel... Se conoce que allá en el Tomelloso se estila mucha finura». Isidora no contestó. Parecía que estaba atormentada de una idea.

Hizo aquí una pausa, tragóse un buen bocado, preparó otro muy grande y dijo mientras tanto: Perro ¿no comes, hombre?... ¡Si no has tomado más que las ostrras!... No tengo ganas...

tan bueno, que me has recogido en el trance más difícil de mi vida, ¿cómo puedes dormir, cómo puedes comer, sin que amargue tu existencia el pensamiento de tu hija perdida? ¿Qué sabes de ella ahora? ¿No puede morir de hambre mientras comes? ¿No es fácil que esté en un hospital, mientras tienes la casa donde vivieron tus padres...?

Mira, Rorró: a eso no puedo acostumbrarme, al chocolate malo. ¿Comes algo? Dílo, muchacho, que para eso estás en tu casa. Señora Juana: a ver qué le hace usted a Rodolfo.... ¡Hay que chiquear al niño!... La buena de mi tía, no me dejaba hablar. Suelta de lengua, viva, ingeniosa, era difícil cortarle el hilo una vez que principiaba a hablar.

Y, al decir esto, se dejó caer pesadamente en una silla, apoyó la barba en su mano y fijó la mirada en el salero. ¡Pero no comes! dijo al cabo de un instante. Sacudí la cabeza: no habría sido capaz de comer un bocado, aun cuando el hambre me desgarrara las entrañas. Su presencia me paralizaba por completo. Siguió un nuevo silencio. ¿Cómo la encuentras ? preguntó él al fin.

"Pues pruebe, señor, y verá qué tal está." Póngole en las uñas la otra, y tres o cuatro raciones de pan, de lo más blanco. Y asentóseme al lado y comienza a comer como aquel que lo había gana, royendo cada huesecillo de aquellos mejor que un galgo suyo lo hiciera. "Con almodrote, decía, es este singular manjar." "Con mejor salsa lo comes ", respondí yo paso.

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