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Actualizado: 24 de junio de 2025
El joven Don Juan renuncia, por amor á Elena, á la posesión de una rica prebenda, que debe á su padre, por cuyo motivo es abandonado por aquél. Agradecida Elena al sacrificio que hace por ella su amante, toma la extraña resolución de venderse por esclava del padre de Don Juan para aplacar su cólera y reconciliarlo con su hijo.
Apenas estuvo en ellas, cuando rompiendo el sobre de la carta destinada a su mujer, leyó estas palabras que no estaban firmadas, pero cuya procedencia no había como poner en duda: «Esté tranquila. Por su cariño tendré consideración con él.» El primer movimiento del señor de Maurescamp, siempre dispuesto a la cólera, fue romper y echar al fuego aquel insolente billete.
El general se puso más rojo que una guindilla; temblaron sus labios, agitados por la cólera; iba a proferir alguna gran atrocidad, pero al fin, dominándose, dijo enderezando sus palabras hacia el fiscal: Continúe usted el interrogatorio, señor capitán. Primera vez en su vida que al general le quedó una barbaridad entre pecho y espalda.
Aturdido por la sorpresa, con los ojos desmesuradamente abiertos, vio a Obdulia que penetraba como un huracán y se dirigía a él con la fisonomía alterada, mostrando en ella agitación y cólera. ¿Sabe usted lo que pasa, padre? le preguntó sin saludarle. El coadjutor no respondió, interrogando sólo con la vista.
Sintió que su cólera le daba una fuerza sobrehumana, y quiso retroceder para meterse en la Galería, tirando de sus adversarios aéreos. Su primer movimiento hacia atrás hizo vacilar á las máquinas inmóviles en el aire; pero éstas, pasada la sorpresa, tiraron todas á la vez en dirección opuesta.
El aullido continuó sonando a largos intervalos, y cada vez que su ronca estridencia cortaba el silencio, Febrer se estremecía de impaciencia y de cólera. «¡Cristo! ¿Iba a pasar así la noche, desvelado por esta serenata amenazadora?...»
Es necesario que vea a don Diego. ¿Y cómo le verás? Alquilaré cualquier casa por allá. Vamos. Estoy segura de que si llegas a tenerle bajo tus ojos, harás de él lo que quieras. ¡Estás soberbia! Es la cólera. Le he reclamado el pequeño, y les he amenazado con un proceso. Tendrá miedo y vendrá. ¡Si viene, lo robas! ¡Como a una pluma! Quizás has hecho mal en hablar de proceso.
Há ya mucho tiempo que la primera de estas propiedades está reconocida; la segunda se deduce tan naturalmente, que es de admirar no se la haya utilizado fuera de la escuela hahnemanniana. ¿No ha indicado ya la esperiencia como medios preservativos del cólera, de la escarlatina y de ciertas fiebres, á los medicamentos que las curan?
Pero decidme; habiéndole tenido á vuestra merced ¿por qué no lo matasteis? ¿Matar á mi hermano? ¿Y por qué no? dijo la resuelta doncella con expresión de cólera que dió nuevo encanto á su lindo rostro.
Señora dijo doña María temblando de cólera ciertas supercherías no producen efecto ante la declaración categórica de la ley. La ley no la reconoce a usted por madre de esa joven. Pues yo me reconozco y declaro aquí delante de los que me escuchan, para que conste con arreglo a derecho.
Palabra del Dia
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