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Actualizado: 21 de junio de 2025
Mas que a Rocchio no le tocaran al bolsillo, su punto vulnerable, porque entonces ya no respondía de sí mismo; salía a su defensa con aquella voz tonante, que infundía pavor cual una descarga de metralla, y levantando sus puños formidables, dispuesto a aplastar, como un insecto, al que cogiera debajo.
Lo que nos pasa con los Estados Unidos, á cuya independencia y formación contribuímos un poco, se parece á la más desventurada aventura de Simbad el Marino, que aupó sobre sus hombros al endiablado vejete para que cogiera los frutos en los hermosos árboles de su fértil isla, y el vejete endiablado no quería luego apearse, y seguía montado en Simbad, insultándole y procurando ahogarle para mostrar su agradecimiento.
Se había agarrado al maestro y amigo, no sólo con el instinto de toda mujer en trances tales, sino como dispuesta a no morir sola, si de aquello se moría; decidida a no soltar la presa esta vez y llevarse consigo al otro mundo al primero que cogiera a mano.
Quiso pues Dios, cuando quiso, que por medio de una inocencia inculpable, se cogiera el cabo del ovillo, por cuyo medio se empezó a correr el año 1678 o poco antes, con el necesario secreto, por las intrincadas minas de tan ciego laberinto, tropezando a cada paso, como en más sendas, más reos.
Y se me ha ocurrido... para eso la he llamado a usted... se me ha ocurrido que el mejor donativo que puedo hacer a esa desgraciada es este». Diciéndolo, D. Carlos cogió un libro largo y estrecho, nuevecito, y lo puso delante de sí para que Benina lo cogiera. Era una agenda. «Vea usted dijo el buen señor hojeando el libro : aquí están todos los días de la semana.
Aquello del Espíritu Santo de que el que echa mano a una mujer se expone como si cogiera un escorpión, me pareció dicho en otro sentido.
Nicanora salió a la puerta: «Hoy está atroz... Si yo cogiera al lipendi que le convidó a magras...». ¡Venga usted acá, dama infiel! le dijo el frenético esposo, cogiéndola por un brazo. Hay que advertir que ni en lo más fuerte del acceso era brutal.
Es el gato, hija mía, el gato, autor de todas las fechorías que ocurren en... el Cosmos. ¡Ah, mundo, pillín, si yo te cogiera!... Pero ven acá, alma mía; puesto que vas a dar un salto tan brusco en la escala social..., dime: allá, en esos Olimpos, ¿te acordarás del pobre Miquis? ¿Pues no me he de acordar? Serás entonces un médico célebre.
Catalina ya sabía que diciendo ese demonio, o ese diablo, se referían a Martín. Carlos alguna vez le había dicho a su hermana: No hables con ese ladrón. Pero a Catalina no le parecía ningún crimen que Martín cogiera frutas de los árboles y se las comiese, ni que corriese por la muralla.
Si yo estuviese paralítico, si suplicase á un transeunte que me cogiera un cigarro que se me hubiese caido al suelo, y el transeunte me diera dos cigarros suyos, yo no aceptaria de ningun modo su presente, y le llamaria orgulloso, presumido, insensato tal vez.
Palabra del Dia
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