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Estaba escrito que Adolfo Itualde iría aquella mañana de sorpresa en sorpresa... Leyó las primeras líneas de la carta, las volvió a leer, las releyó de nuevo, restregándose los ojos con la mano como si no viera bien, frunció el ceño y prorrumpió en un: ¡No puede ser!... ¡No puedo ser!... Como electrizadas de curiosidad y de alarma, Laura y Coca preguntaron a un tiempo: ¿Qué?...

De esta batalla resultó que, poniéndose en guardia contra su propia persona, Laura tomó la decisión de no oponerse al casamiento de Coca... El candidato era bueno; nada tenía que objetarle. Fue así que una noche, en la intimidad de la alcoba, cuando estaban ya acostadas, hizo Coca a su hermana la esperada confidencia. Vázquez la pretendía, ella lo aceptaba...

El dardo dio justo en el blanco. «¡Conque el capitán Pérez no era más que un amigo pensaba Vázquez, y yo soy un amigo mucho más querido que él!...» La antigua idea del especial afecto que había despertado en Coca, retornaba pues a su espíritu... ¿Y por qué no podría ser cierta?... ¡Pasiones más extraordinarias se veían a cada momento!

Y para que Laura no se arrepintiese del pacto tácitamente consentido, Coca se lo estuvo recordando constantemente... harás esto... Yo haré lo otro... te pondrás bonita, pero con tu traje azul de ama de llaves y hasta con un delantalcito muy mono... Yo me emperejilaré con todas mis galas: me pondré flores y polvos; aun me pintaría un lunarcillo en la cara si Adolfo no fuera a notarlo...

Don Mariano supo en el día la terrible noticia. ¡El capitán Pérez estaba ad portas!... Sin perder un momento, requirió una contestación categórica de Coca... Y Coca, que no quería otra cosa, le juró que jamás había amado al capitán Pérez... Vázquez le preguntó aún: ¿Está usted segura, Coca, de no haberlo querido... y de que nunca hubiese llegado a quererlo?...

Después de un momento, con voz ligeramente sorda, Laura repuso: Si resultas vencedora no es por tu «sistema», como dices, sino porque eres más joven y más bonita que yo... ¡Más joven y más bonita que ! interrumpió fogosamente Coca. ¡Si eres la más buena, la más inteligente y la más linda de todas las mujeres del mundo!

Con su alma deliciosamente tierna y femenina, sus formas parecían demasiado rígidas y sus maneras demasiado decididas. En cambio, Coca, que no poseía un temperamento tan femeninamente abnegado, se había hecho una mujer elegante, flexible, de agraciados modales y hermosa fisonomía. Era la beauty del Tandil.

Solicitó y obtuvo para su hermano el destino de gerente de una pequeña sucursal del Banco de la Nación, en el Tandil, interesante pueblo de la provincia de Buenos-Aires. Y fuese con él y con Coca a establecerse en el pueblo. Adolfo había protestado. Yo no puedo permitir, Laura, que vayas a soterrarte, en plena juventud, en un pueblo de campo.

Y ántes que llegasen al pueblo, dos tiros de arcabuz, estaba poblado un pueblo pequeño, en el cual pueblo habia coca y ají; y la mujer de Ayar Oche, el que se perdió en la cueva, llamada Mama Guaco, dió á un indio de los deste pueblo de coca un golpe con unos ayllos y matóle y abrióle de pronto y sacóle los bofes y el corazon, y á vista de los demás del pueblo, hinchó los bofes soplándolos; y visto por los indios del pueblo aquel caso, tuvieron gran temor, é con el miedo que habian tomado, luego en aquella hora se fueron huyendo al valle que llaman el dia de hoy Gualla, de donde han procedido los indios que el dia de hoy benefician la coca de Gualla.

Probablemente los limeños del siglo anterior se engolosinarían con la mazamorra, cuando los provincianos les aplicaban a guisa de injuria el epíteto de mazamorreros. ¡Ahí nos las den todas! Tanta deshonra hay en ello como en mascar pan o chacchar coca. A Dios gracias, hoy estamos archicivilizados, y no hay miedo de que nos endilguen aquel mote que nos ruborizaba hasta el blanco de los ojos.