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Y para mayor prueba de la verdad, expongo á continuacion los principales sugetos ó caciques, despues de otros muchos de menos suposicion, que me han asegurado, con algunas noticias mas que pongo, dadas por varios que no cito, concordando unos con otros en el modo de decir y explicar lo que de aquella ciudad saben.

Ejemplos como los que cito se ven todos los dias, y los que les dan en general, son personas que carecen de todo recurso, pobres trabajadores, desgraciados. ¡Magnífico! ¡yo recojo este dato con mucho placer en mi libro! ¡es un dato consolador! El alumbrado público de Paris deja mucho que desear y está muy léjos de corresponder á la grandeza de la capital.

Recurrió a lo profano y lo sagrado, citó textos de filósofos y santos. Mostrose fuerte y benigno, severo y paternal, lógico, acariciador y hasta complaciente. Demostrole que el suicidio es el más bochornoso de los crímenes, y que era menester ser bien cobarde para afrontar voluntariamente la muerte.

De estas sospechas no comunicó a su hijo más que lo suficiente para prevenirle contra la Regenta y sus confesiones de dos horas. No citó el nombre de Mesía. En los labios le retozaba esta pregunta: «¿Pero de qué demontres hablasteis dos horas seguidas?». No se atrevió a tanto. «Al fin su hijo era un sacerdote y ella era cristiana».

En cama estuvo doce días, al cabo de los cuales, un tanto restablecido, se levantó y visitó, uno por uno, todos los talleres, predicando la fe patriótica. Más tarde, en una reunión a que citó y a la que asistieron varios jefes de la guerra del 68, se expuso la idea de organizar bajo una sola, bandera a los cubanos emigrados.

Señora, hay casos, como éste, en que la sangría está indicada: acuda usted a los prestamistas particulares, a don Raimundo Portas, y no cito más que uno, que tiene una lanceta y un pulso de operador admirables. No, don Raimundo Portas, no exclamó misia Casilda con alarma poco disimulada. ¿Por qué no ve a Rocchio, el corredor?

Lope de Vega, en el acto II de El Caballero del milagro: «TRISTÁN. ¡Cosa es de ver la vida deste mozo! ¡Qué ricamente viste, y cómo gasta! ¿Cómo juega tan pródigo y reparte lo que tiene entre todos sus amigos, sin que le conozcan en su tierra dos florines de renta o patrimonio? Cito por la edición de Sevilla, Hernando Díaz, 1569, la más antigua de las tres de que poseo ejemplares.

Movido a compasión como ya hemos dicho, y excitado también por la curiosidad y el empeño de penetrar en el fondo obscuro de un corazón humano cuya profundidad vislumbraba, el Padre Ambrosio, después de uno de los discursos que solía pronunciar bajo los álamos, citó a Fray Miguel para que fuese a hablar con él en su celda.

Lo mismo hacen en los libros, citan mil Autores para probar lo que no ignora una vieja. Y una vez uno de estos, que en una cláusula de cinco lineas citó á LIEBRE, y á BURDANIO para probar una friolera.

Entonces tuvo miedo del ridículo, pensó que aquello no era más que una contrariedad inherente a su profesión, y cuando al concluir el ensayo general le preguntó la sastra que a qué hora podría ir a probarla el traje, la citó sin oponer resistencia para la misma tarde, sumisa e indiferente como si se tratase de un asunto zanjado.