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Actualizado: 17 de julio de 2025
Un noble de traza innoble, joven aún pero bien estropeado; el pelo lacio, las mejillas hundidas, la nariz amoratada, la voz aguardentosa, los ojos levemente torcidos y aviesos. A Elena le produjo malísimo efecto aquel aristócrata que tenía todo el aspecto de un caballero de industria. Además hablaba con un cinismo repugnante bien lejano del culto e ingenioso de Núñez.
Maltrana, molestado por el cinismo del pequeño, huyendo su mirada, que parecía insultarle, se fijó en otro muchacho que se aproximaba a ellos. Iba descalzo, sin otras ropas que un pantalón y una elástica, pero llevaba el pelo cuidadosamente peinado, con una raya en el centro y dos bandos luengos y lustrosos. Y tú, ¿por qué estás aquí? le preguntó Isidro.
Allá el hombre primitivo, tosco, brutal, indolente, semi-salvaje y retostado por el sol tropical, es decir el boga colombiano, con toda su insolencia, con su fanatismo estúpido, su cobarde petulancia, su indolencia increíble y su cinismo de lenguaje, hijos mas bien de la ignorancia que de la corrupcion; y mas acá el europeo, activo, inteligente, blanco y elegante, muchas veces rubio, con su mirada penetrante y poética, su lenguaje vibrante y rápido, su elevacion de espíritu, sus formas siempre distinguidas.
Manos Duras, á pesar de su cinismo, quedó sorprendido al saber que don Carlos estaba al otro lado de la esquina de adobes. ¿Cómo se había presentado tan pronto?... ¿Quién había podido revelarle la presencia de su hija en este rancho lejano? Pero su ferocidad y el recuerdo de la ofensa inferida por Rojas le inspiraron una solución. Lo mejor será matarlo.
Y las impías proposiciones que su amigo sustentaba le llegaban tan al alma, turbaban de tal manera sus facultades, que apenas tenía alientos para formular un argumento. Estaba consternado: su corazón se iba apretando de pena. Aquella noche Moreno parecía un demonio terrible y batallador, escupiendo con furia sus blasfemias, manifestando con cinismo infernal su odio a los misterios de la religión.
Todo el mundo ve con indignación los abusos, la audacia, el cinismo de tales hombres, y nosotros participamos de esa patriótica indignación. ¡Oh! no podemos contenernos.
Llegado a esa meta, el escruchante es feliz, y ha escapado al atorrantismo, que es su bestia negra. ¡Y asimismo, hay campana de éstos que de repente tropieza y quiebra su dicha: entonces rueda al abismo sin esperanza de levantarse! Del cinismo hacen un arte, y suele no faltarles ingenio.
No obstante, se hallaba tan fascinada por la grandeza del personaje, que pronto vino a figurarse que aquellas formas, aquel cinismo, eran la expresión de la moda y el «buen tono». Luego vinieron las anécdotas picantes.
Fortunata no sabía lo que quiere decir cinismo, y se calló. «Todo induce a creer que usted se prepara a reincidir, y que no hay quien le quite de la cabeza esa maldita ilusión». El gran suspiro que dio la otra confirmó esta suposición mejor que las palabras. «De modo que, aun viéndose perdida y deshonrada por ese miserable, todavía le quiere usted. Buen provecho le haga». No lo puedo remediar.
El cinismo de Eulalia que confiesa con orgullo su falta moviendo a Ignacio a castigarla brutalmente en un acceso de ira, da lugar a una escena bien trazada aunque de rudo naturalismo, el cual resalta más por la cuestión de ambiente, por la elegantísima mise en scène en que ocurre.
Palabra del Dia
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