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Actualizado: 17 de julio de 2025


»Pues en tan señaladas circunstancias recibí un recado de Leticia, preguntando «con vivo interés» por el estado de la enferma. ¿Era cinismo de la infame, o un disfraz de su vileza? Yo entendí lo primero, y bajo esta impresión la respondí. No vino el segundo recado de su parte, y eso me convenció de que fue la respuesta muy merecida.

Don Ramón creyó ver en los ojos de Fermín cierta repugnancia por el cinismo con que se expresaba y se apresuró a añadir: Yo soy quien soy, muchacho. Si me rascan, aparecerá el de antes. Créeme: el que muerde la fatal manzana de que hablan esos señores amigos de nuestro principal, no se quita jamás el gusto de los labios. Se cambia de envoltura para seguir viviendo, pero de alma ¡nunca!

De aquí también proviene que ni á Príncipes ni á Reinas se respete como merecen, ofreciéndolos en situaciones harto libres y poco dignas, y poniendo en sus labios palabras nada conformes con la moral ni con su rango; los criados hablan sin temor, las doncellas sin vergüenza, los ancianos con cinismo, etc.

Isidora se quedó yerta; pero como el mostrar enfado por aquel ultraje habría sido ocasión de que entrara más en malicia el chico, harto malicioso ya, fingió tomar a broma el caso, aunque le destrozaba el alma, y se echó a reír. Pero su fingimiento de buen humor fue de todo punto imposible cuando Mariano, con aquel descaro que determinaba el tránsito brusco del candor al cinismo, le dijo: «Ya, ya.

Pero a Su Eminencia se le va más abajo, y le hace rabiar como un condenado. Lo que dice tía Tomasa: los médicos le arreglan, y él se encarga de enfermar otra vez con ese vinillo de gloria. El Tato, en medio de su cinismo burlón, mostraba cierto afecto por el prelado. No crea usted, tío, que es un cualquiera; dejando aparte su mal genio, resulta todo un hombre.

Sabiendo que me juego la vida en el trance, figúrate lo que se me importará de la tuya si hay que ponerla en pleito porque se te haya ido un poco la lengua en todo el día, y por razón de ello no encontramos la casa por la noche en el sosiego y la tranquilidad que siempre tuvo a tales horasDicho todo esto con un cinismo feroz, marchóse, dejando a Facia más muerta que viva.

No tuvo el cinismo de mandarme a los tres que antes intentaron asesinarme, pero diputó la otra mitad del sexteto, Laugrán, Crastein y Ruperto Henzar, los ruritanos.

Fe, perdón, mansedumbre: tal es tu lema; el corazón tu escudo, tu premio el reino de los cielos. Si de la violencia que te hicieren hubieses de morir, muere con valor, mas no con aquella calma que puede ser cinismo, sino con esa serenidad que reflejando el tranquilo fondo del alma, sirve a los demás de un ejemplo que equivale a un consuelo.

Al fin era un joven guapo y de buena casa. En su cinismo de viejo acostumbrado a las fáciles conquistas del arrabal, guiñaba sus ojos maliciosamente, creyendo que Rafael había conseguido un triunfo completo en la casa azul. Sólo así podía explicarse su asiduidad en las visitas, la mansa rebeldía a la autoridad maternal.

Llamábase Pedro de Vivar, era segundón de una gran casa, vivía del juego el tiempo que no estaba borracho y hacíanle famoso en Madrid su cinismo y sus cuentos chocarreros, conociéndole todo el mundo por el nombre de Diógenes.

Palabra del Dia

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