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El amor intensísimo que Avrigny había profesado a su esposa, arrebatada a este mundo por la tisis, en la flor de su juventud, y que había cifrado más tarde en su única hija, unido al cariño casi paternal que Amaury le inspiraba, hacía que éste y Magdalena ni por pienso hubiesen nunca dudado de obtener su aquiescencia.

Pues, óyelo bien: este amor que es en mi como la aurora de hermoso día; este amor en el cual he cifrado todas mis ilusiones y todas mis esperanzas, no será coronado por la dicha...» Y la pobre niña no podía ocultar sus recelos, y me los confiaba sencillamente, como deseosa de conseguir, por este medio, la perennidad de un afecto que le parecía vano y fugitivo.

Las autoridades no consideraron necesario averiguar más, clasificando el hecho como una simple pelea entre refugiados. El servicio de aprovisionamiento de las tropas de Oriente hizo navegar á Ferragut en los meses sucesivos formando parte de un convoy. Un despacho cifrado le llamaba unas veces á Marsella, otras á un puerto atlántico: Saint-Nazaire, Quiberón ó Brest.

Yo hubiera despertado al sentirme herida. Yo le hubiera perdonado. ¿Qué digo... le hubiera perdonado? Yo le hubiera pedido perdón y hubiera sido dichosa muriendo en sus brazos. ¡Cuánto me ama! Este amor que vale. En este amor que debiera yo haber cifrado siempre mi orgullo. ¿Por qué le he descuidado, hasta perderle tal vez, desvanecida yo, loca, atolondrada por una vanidad mezquina?

Resultó ser un diez de oros, y con el fin de que los lectores puedan darse una idea clara de cómo estaban arregladas las letras, reproduzco una copia de ella enfrente. ¡Qué extraño! exclamó Mabel, tomando la carta y examinándola atentamente. Debe ser algún enigma cifrado, igual al otro que encontré dentro de un sobre sellado en la caja de hierro.

Tuve que confesar mi ignorancia al respecto, pero, en contestación a su pregunta, deploré el fin trágico e imprevisto de nuestro amigo, y le manifesté cómo había quedado en posesión del paquete de naipes, en los cuales estaba escrito el enigma cifrado. ¿Tiene usted una idea de lo que en realidad era su secreto? preguntó el viejo enjuto. Quiero decir, ¿sabe usted de dónde provenía su gran fortuna?

Subido ya en la cumbre de su gloria, De toda cosa buena descuidado, Juicio, voluntad, y la memoria, En solas sus pasiones ha fundado. Y aunque esto demandaba nueva historia, Irá tan solamente aquí cifrado, Que no quiero contar por las parejas Sus cosas, que ofendiera las orejas.

Había resuelto el secreto del enigma cifrado sólo para hundirme más profundamente todavía en un hondo abismo de dudas, desesperación y misterio, pues lo que me reservaba el libro cerrado del porvenir era, como lo verán ustedes, enloquecedor y pasmoso.

Recordé en ese momento el curioso enigma cifrado que se encerraba en la carta de juego, pero no hice la menor alusión sobre ello. ¡Ah! ¡ya veo! exclamó al punto. Pero si esa pequeña bolsita, o lo que fuera, que siempre llevaba consigo, oculta entre sus ropas o suspendida alrededor de su cuello, se ha perdido, ¿no significa que ha habido en esto una tragedia, es decir, un robo y un asesinato?

Tenemos que ir los dos a Italia y descubrir el punto indicado en ese registro cifrado, porque, si no lo hacemos, otros se anticiparán, y puede ser que lleguemos demasiado tarde. Convino conmigo en que, perteneciéndome el secreto por haberme sido legado, debía dar inmediatamente los pasos necesarios para hacer valer mis derechos.