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Actualizado: 13 de junio de 2025
El silencio poblado de chasquidos de maderas y correteos de animales invisibles, la caída inexplicable de un cuadro ó de unos libros apilados, le hacían paladear una sensación de miedo y de misterio nocturnos bajo los chorros de sol que entraban por los tragaluces. En esta soledad se encontraba mejor. Podía poblarla á su capricho.
A la mañana siguiente don Saturno despertaba malhumorado, con dolor de estómago, llena el alma de pesimismo desesperado y de flato el cuerpo. ¡Memento homo! decía el infeliz, y se arrojaba del lecho con tedio, procurando una reacción en el espíritu mediante agudos y terribles remordimientos y propósitos de buen obrar, que facilitaba con chorros de agua en la nuca y lavándose con grandes esponjas.
Las ambiciosas que fingían una gran pasión con la inaudita esperanza de un matrimonio, las sentimentales que pretendían interesarle con refinamientos psicológicos, las que traían al adulterio sus entusiasmos de madre y susurraban en su oído la felicidad de tener un hijo que se le pareciese, le esperaban en vano al día siguiente. «¡Ni grandes pasiones, ni hijos!...» El yate echaba de pronto dos chorros de humo, llevando á su dueño á otro puerto, tal vez á otro continente: y si quería huir de una ciudad del interior, ordenaba el enganche de su vagón especial en el primer tren que partiese.
Llevaba ya lloviendo un cuarto de luna. Entre el bosque innumerable de menudos y apretados chorros de agua, desde la tierra al cielo, y cuya tupida y abovedada ramazón eran las nubes grises y cárdenas, el tembloroso lamento de las campanas basilicales se extraviaba y desfallecía. Era un domingo, noche ya.
Ahora será fácil comprender la importancia que tiene la elección del vapor en que se debe tentar la aventura. Se necesita un buque de poco calado, para no vararse, y de mucha fuerza para vencer los chorros. El Victoria tenía todas esas condiciones, pero... El que salía el 24, era nada menos que el Antioquía, el barco más pesado, más grande y de mayor calado que hay en el río.
Y por ahí continuó soltando a chorros sarcasmos e insultos, hasta que al fin la pobre Josefina rompió a llorar. Las demás criadas, menos malévolas, se veían, no obstante, lisonjeadas por aquella humillación. Al fin se pusieron de su parte, trataron de consolarla, mientras Concha, despiadada, más dura y más fría que el mármol, siguió persiguiéndola largo rato con rechifla sangrienta.
Ya, Sola ha puesto mi cuarto como el oro, y me ha preparado ese chocolate que, por lo exquisito, debe de caer en espesos chorros del mismo cielo». Dando luego un gran suspiro se sonrió y dijo: Usted, solterón empedernido, no comprende estas deliciosas chocheces del alma.
La vegetación. El manzanillo. Cabras y yanquis. La fiebre. Barranquilla. La "brisa". La atmósfera enervante. El fatal retardo. Preparativos. El río Magdalena. Su navegación. Regaderos y chorros. Los "champanes". Cómo se navegaba, en el pasado. El "Antioquía". "Jupiter dementat..." Los vapores del Magdalena. La voluntad. Cómo se come y cómo se bebe. Los bogas del Magdalena. Samarios y Cartageneros.
Aquel hombre era un pozo lleno, rebosando de saber, y en cuanto desplegaba los labios saltaban los chorros de ello.
De los fumicarios y briozoarios, animales más comúnmente llamados moluscoides, conócense las especies del género ascidia, que para defenderse arrojan chorros de agua, y los del pirozoma, que á veces despiden una luz muy brillante, correspondiente á la primera clase, y las de los géneros flusta, retipora y milleposa, comprendidas entre los briozoarios. Zoófitos.
Palabra del Dia
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