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Actualizado: 12 de julio de 2025


Ella siguió rumiando su despecho, y en la tempestad de nubarrones que se desató en su cerebro, brillaban relámpagos que decían: «¡Arcachón!». En el retumbante son de esta palabra, más chic y simpática aún si era emitida por la nariz, iba como envuelto un mundo de satisfacciones elegantes.

Santa Cruz miraba esta sala con cierto orgullo, viendo en ella como un testimonio de su esplendidez; pero al mismo tiempo solía ridiculizar a Fortunata por su mal gusto. Ciertamente que para vestirse tenía instintos de elegancia; pero en muebles y decoración de casa desbarraba. En suma, que ella tendría todas las cualidades que quisiera; pero lo que es chic no tenía.

La frente un poco hosca, porque los cabellos estaban plantados demasiado abajo, pero esto sienta bien a los jóvenes; y la cabeza era hermosa. En fin, en toda su persona, esa elegancia, ese chic de los dragones de la guardia que todos hemos ambicionado, pero que no se encuentra en ninguna otra arma... el diablo sabe por qué.

No; ¿cómo era posible? Fíjate, ¡una señora que está en gestiones de divorcio!... No he ido á ninguna reunión chic desde que te marchaste. He querido guardar cierto luto por tu ausencia. Un día tangueamos en una fiesta de familia. ¡Qué horror!... Faltabas , maestro. Habían vuelto á estrecharse las manos y sonreían.

Contribuía también a ello la idea suya de reprocharle de nuevo el traje sombrío que se había puesto la víspera para ir al teatro. ¡Ah! era siempre el clubman ligero, el hombre chic, eternamente esclavo de sus preocupaciones de snob y esto, en el momento mismo en que ella ansiaba sentir una emoción tierna, una solicitud afectuosa, capaz de confortarla durante el período de inquietud que atravesaba.

A menudo se dan objetos que tienen un verdadero valor, por otros que no tienen ninguno, sino el de la moda o el capricho. La sola palabra chic, abreviatura del nombre de un menestral borracho que bailaba el can-can primorosamente, ha producido a todas las industrias parisienses, legítimas e ilegítimas, un número considerable de millones.

Se dirá que éstos no son argumentos serios; que si la palabra chic es tan productiva, debemos inventar nosotros otra palabra que lo sea más; que en nuestras manos está echarle al vino, desde luego, todos los polvos y drogas que le echan en Francia, o descubrir, fabricar o confeccionar algunos primores por los cuales nos den tanto o más que lo que damos por los vestidos de Worth.

Para echárselas de gran crítico no hay como mostrarse descontento de todo. La empresa no había mandado más que dos asientos á la Redaccion. En los palcos se preguntaba quién sería el dueño del palco vacío. Aquel ganaba en chic á todos pues llegaría el último. Sin saberse de dónde vino la especie, díjose que era de Simoun. El rumor se confirmó.

Frases con las que dejaba helados a sus novios, que se contentaban con mirarla desde la esquina, blanqueando los ojos, retorciéndose el bigote, si lo tenían o pellizcándose el punto donde debieran tenerlo, y entregándose a toda suerte de ejercicios gimnásticos con sus respectivos bastones, cosa que creían la más sublime expresión del chic y la más elocuente prueba de su experiencia en asuntos amorosos.

Nadie como Borrén para descubrir beldades inéditas, para predecir si una muchacha valdría o no «muchas pesetas» andando el tiempo, y fallar si poseía la quisicosa llamada gracia, salero, gancho, ángel, chic, buena sombra, y de otros mil modos lo cual prueba que es indefinible.

Palabra del Dia

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